La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Velando el fuego

Sí hay cosas que hacer

Los recientes acontecimientos racistas en el mundo del fútbol

Hay esquinas de la vida que no me gusta frecuentar; más bien hago todo lo posible por no tropezar con ellas. Y entre esos lugares a los que me refiero, están todos aquellos que se escapan de la voluntad humana, que forman parte de un conjunto de acontecimientos dirigidos por causas ajenas a nosotros. Por sintetizarlo de alguna manera, diré que no creo en el destino. y que, por tanto, los fatalismos no tienen en mí un buen aliado, precisamente

Sin embargo, como cada cual tiene sus propia visión del mundo, nada más entrar por la mañana en el bar de siempre -ya saben, el del primer descafeinado-, ese determinismo me aguardaba en la barra en forma del portero del Sporting B, Cristian Joel, que había sufrido un episodio de racismo en Ibiza cuando la semana pasada jugaron en la isla contra el equipo de la capital. Por si no bastara con las afrentas sufridas ese día por el guardameta cubano: mensajes racistas, improperios, escupitajos en la sudadera?, otro de los tertulianos añadió el sufrimiento reciente de los seguidores del Getafe que se habían desplazado a Amsterdam para animar a su equipo en el partido de vuelta contra el Ajax y que fueron objeto de un denigrante trato vejatorio, donde no faltó ningún plato habitual en estos casos: insultos continuados, lanzamientos de botes de cerveza, parálisis de los miembros de seguridad del club? Y así hasta completar un recetario de miedo que incluso hizo que algunas personas acabaran viendo el partido en un autobús para evitar males mayores.

Y como quiera que el menú estaba servido, solo quedaba aguardar a que alguien lanzara la frase habitual: no hay nada que hacer. Y como era de esperar, no tardó mucho en aparecer. Al "no hay nada que hacer", se añadió "esto no tiene solución, forma parte de la naturaleza humana, no hay quien pueda cambiarlo?" solo faltó que alguno de los presentes se hubiera remitido a la época griega, en la que el "Ananké", destino, se consideraba una fuerza superior no solo a los hombres, sino incluso a los mismos dioses.

Aguardé mi turno. Cuando me tocó intervenir, lo hice para manifestar mi disconformidad con lo que se estaba diciendo. No pido grandes gestas, comencé, como pudiera ser que todos los jugadores del país se unieran en una jornada de paro como protesta contra todas estas barbaridades. A veces, recalqué, hay hecho más pequeños, aislados, que pueden ser el germen de un fuego purificador contra el vandalismo. Y puse el ejemplo del presidente del Ibiza, que expulsó a los recogepelotas que enviaron un vídeo racista al portero del Sporting B. Sus reflexiones posteriores, tras pedir disculpas al jugador y al club, son el mejor ejemplo de cuál debería ser la actitud de los directivos de los equipos: "El Ibiza es una entidad deportiva formada por personas de procedencias, lenguas y creencias muy diferentes, una casa en la que se trabaja para que el fútbol sea un punto de encuentro y un lugar de convivencia en el que, evidentemente, este tipo de comportamientos deben ser perseguidos, denunciados y eliminados de raíz".

Claro, si todos fueran así, estaba el problema solucionado, saltó uno de los contertulios; pero, por desgracia, las cosas suceden de otra manera. Cierto, respondí de inmediato, pero si en Ibiza nadie es más que nadie -como recalcó el presidente del club-, en el resto del país tendría que ser igual. En esto todos nos pusimos de acuerdo; lo que me pareció un buen final para la mañana.

Compartir el artículo

stats