Opinión
Javier Antuña | Coleccionista de música asturiana
Javier Lavandera, el cantautor mierense de la emigración
Si ya es difícil ser profeta en la tierra donde uno nació, más lo es si a temprana edad se tiene que tomar el camino de la emigración. Ese es el caso del cantautor mierense Javier Lavandera, del que apenas muy poca gente hoy parece guardar recuerdo alguno en Asturies y en las cuencas mineras en particular. Tuvo que ser el ya imprescindible libro "La Rumba Hispano Belga" de Miguel Menéndez, el que a nivel mediático puso en antecedentes a muchas personas de la existencia de este músico, que precisamente en la galleta de uno de sus dos singles grabados en Bélgica -el que mayor distribución tuvo en España- firmaba como Xabier de Mieres.
Así pues, ya podemos intuir con estos breves antecedentes, que estamos ante un asturiano, de la cuenca del Caudal, que en los primeros años de la década de los sesenta del XX tuvo que emigrar a Bélgica buscando un trabajo para posteriormente iniciar su andadura en el mundo de la música en conjuntos de influencia latinoamericana como Los Chakachas, Los Tenientes, Los Matecoco? habiendo colaborado también con cantantes como Víctor Jara o Atahualpa Yupanqui.
Posteriormente, su registro sonoro derivará hacia las coordenadas netamente estilísticas de los cantautores comprometidos, llegando a editar -que sepamos- los dos ya citados singles en 1975 y 1977 respectivamente dentro del sello del PCE denominado PACOES, en referencia a las siglas Partido Comunista Obrero Español. Se trata de dos discos con una gran carga política y social, con canciones referentes a la emigración -"No me llames extranjero"- de Rafael Amor, así como a los trágicos sucesos de la represión franquista -"San Esteban de las Cruces"- o a los últimos fusilamientos llevados a cabo durante la dictadura en 1975 - "Mi jardín"- y a la añoranza del emigrante - "Atardecer de mi infancia"-.
Activo -y declarado- militante del PCE, participó en el Club Federico García Lorca de filiación comunista con sede en Bruselas, formado por emigrantes españoles exiliados junto a antiguos ex brigadistas internacionales, llevando a cabo también una intensa participación en numerosos festivales de dicha organización política en el país belga donde compartió escenario con intérpretes como Víctor Manuel y Ana Belén, Rosa León o Ricardo Cantalapiedra, entre otros. Habitual de los festivales del PCE en el exilio, realizó también actuaciones, además de en Bélgica, en Alemania y en Holanda, donde se organizaban numerosos actos en busca de apoyos tanto en su etapa de ilegalización en España como para las elecciones de 1977. Su trayectoria como cantautor también se puede rastrear por países como Grecia, Japón o la ya extinta Unión Soviética, donde tuvo una gran acogida. Pero sin duda uno de los grandes hitos de su carrera discográfica fue la obtención del prestigioso -otorgado en Francia- Premio Charles Croos por la canción "Diálogos con dios".
El compromiso con los ideales comunistas se materializó no sólo en sus recitales sino también en el trabajo desplegado para el PCE en el exilio, donde colaboraba repartiendo carnéts de esta organización política en el país belga, así como ayudando en cualquier acto como un militante más de base, lo que llevó a que se le definiese como el cantante comprometido de la emigración, tal como en numerosas ocasiones se hizo en el histórico periódico comunista el "Mundo Obrero" en estos años de la década de los setenta del XX. Compromiso que todavía se puede rastrear en la década de los ochenta del citado siglo donde llegó a participar en un mitin organizado por el Club Federico García Lorca en Bruselas en 1986 pidiendo el "no" en el referéndum que se celebró en España sobre la entrada del país en la OTAN.
Llegó a actuar en Asturies en 1979 en Xixón acompañado por el guitarrista mejicano Álvaro Gómora, desgranando un repertorio tanto de versiones -Violeta Parra, Gardel, Atahualpa Yupanki?- como de temas propios, todo ello en la línea de la reivindicación social y política que siempre le caracterizó. También lo haría en la fiesta del PCE en Madrid en ese año. De igual forma, a principios de la década de los ochenta del XX presentó sus canciones en Mieres, así como en otra serie de concejos asturianos, actuaciones de las que dieron cuenta los principales periódicos de la época.
La consolidación del proceso democrático en España, así como la irrupción del capitalismo de consumo asociado a nuevos estilos y gustos musicales en la década de los ochenta del pasado siglo, acabó por arrinconar la faceta más politizada de muchos de los cantautores -como fue Javier Lavandera- que perdieron buena parte de su respaldo popular. Sin embargo, no está de más que en los momentos actuales reivindiquemos su labor como cronistas y agitadores del turbulento proceso político de la denominada transición. En el caso del cantautor mierense, además como fiel representante y abanderado del proceso migratorio centroeuropeo qué por motivos económicos y políticos, marcó a buen número de españoles, de entre ellos unos cuantos miles asturianos y en concreto de las cuencas mineras.
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