Diario del coronavirus.
Nos cuenta una querida pariente que reside en Noruega que la covid-19 también hace daño allí, si bien la pandemia se mantiene bastante controlada. Y es que, nos dice, la gran mayoría de la gente está informada y concienciada. "No hace falta que el gobierno ordene nada. Todos saben qué deben hacer y lo hacen, con absoluta naturalidad", nos explicó.
En consecuencia, donde mantener las distancias es algo común, ahora se reafirman, y la sociedad en su conjunto se pone en estado de precaución, comportándose como nosotros sabemos que deberíamos y no hacemos.
Lo que a los españoles nos tienen que imponer para intentar que se cumpla, a los noruegos basta con una información correcta. El resto es cosa suya.
La mayor parte de las desgracias que nos fastidian la vida son responsabilidad nuestra. Somos los que queremos un país limpio mientras lo ensuciamos; somos los que hablamos de la importancia de los bosques mientras los calcinamos; somos los que reclamamos aguas puras mientras las contaminamos; y somos los que estamos deseando que esta pandemia acabe ya mientras contribuimos a que se agrave.
Lo que en otros lugares es asumido como una responsabilidad individual y colectiva, nosotros nos limitamos a exigir que alguien lo arregle.
Puede que llegue el día en que entendamos que la solución a los problemas generales comienza por la actitud y la disposición de cada uno.
Porque no todo es cuestión de que vengan a apagar el incendio sino de poner de nuestra parte para que la llama no llegue a prender. Como tampoco se trata de exigir la limpieza de nuestros pueblos mientras callamos ante los incívicos. Y este virus que nos está jorobando la existencia lo tendría mucho más difícil si cada uno de nosotros hiciera lo que debe y sabe.
