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Baile de mascarillas

Las trabas de la derecha al Gobierno central en su gestión de la crisis sanitaria

Allá por el siglo XV, en época de Carnaval, se celebraban bailes de máscaras, volviéndose muy populares en la Europa de los siglos posteriores. En uno de esos bailes, en una noche de máscaras en la Ópera de Estocolmo el 16 de marzo de 1792, el rey Gustavo fue rodeado por cinco hombres y uno de ellos le disparó a quemarropa en la espalda. El rey falleció el 29 de marzo de 1792. Una conspiración política, fue la causa del regicidio. Tal acontecimiento fue la inspiración de algún escritor del momento y de la famosa ópera que Giuseppe Verdi tituló "El Baile de Máscaras"

Viene a colación el punto anterior a que actualmente, estamos inmersos en un inacabable baile, no tanto de máscaras como de mascarillas. Es el momento del enmascaramiento personal, tanto para combatir la pandemia vírica, como para esconder las vergüenzas políticas y tal vez personales.

En estos momentos, difíciles para el futuro de la salud de los españoles y españolas, el discurso político está supeditado, de modo vergonzante, al enmascaramiento, más o menos cínico, y que llevan con dudoso honor los políticos y políticas de la derecha española, espoleados por y para el desgaste del gobierno, más allá de la salud del país, la cual les interesa un bledo, que como se sabe es una planta de tallo rastrero.

Así, el baile de máscaras ha comenzado. Baila la oposición al gobierno, desde la derecha, con el fondo de la marcha fúnebre de Chopin. Considerada una de las más idóneas para acompañar los funerales.

Alrededor de este baile, que dirige Casado con batuta de muerte, se mueven mascaritas menores y algún bufón. Caso de la señora Ayuso, desde Madrid. En este baile no habrá asesinato, como en la ópera de Verdi. Pero lo que es "asesinato" de la verdad, sí que lo hay. El libreto teatral, de lo que está ocurriendo y que ocurrirá, está escrito. Y la letra, no es precisamente el "Aleluya" de Mozart.

Visto el escenario de la obra con la que gratuitamente nos deleitan desde hace meses y leído el libreto de la misma, no parece descabellado pensar que entre bastidores, hay algo más que la mera y contumaz posición que se está ejerciendo contra la política sanitaria del gobierno de coalición.

Hay un "apuntador" que, desde el proscenio, les está diciendo cuándo y cómo y en dónde tienen que cambiar de máscara, además de la música y la letra. Estas últimas son imprescindibles para que sean atrayentes, de cara al siempre crédulo ciudadano, dispuesto a tragar sin cuestionarse si lo que se dice y hace, por parte de la derecha y extrema derecha, puede tener algún marchamo de verdad.

Me viene a la memoria las estrofas del tango Cambalache: "¡Qué falta de respeto/ Qué atropello a la razón!/ Cualquiera es un señor / Cualquiera es...". Estrofas que con aquellas palabras que Joan Baldoví, de Compromís, dirigió, en el Parlamento, a la oposición conservadora, por su posición en la actual crisis sanitaria del coronavirus, llamándola "miserable, zafia..." por lo que él entendía como acoso y derribo al Gobierno de coalición, tenemos la letra y la música de este "Baile de mascarillas".

Cuando en el estado actual de crisis sanitaria, el único estandarte a llevar en beneficio de las personas sería la cooperación política, la derecha se muestra de una manera irresponsable eludiendo ese apoyo como oposición leal, no solo al gobierno, también a un pueblo que aspira a gobernar. Suerte, la vamos a necesitar.

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