La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Palacios

Las virtudes del civismo

El método de Japón para frenar la pandemia del coronavirus

El imperio universal de la pandemia sigue sin dar tregua. Por eso, las naciones de la Europa desarrollada se ven obligadas a tomar medidas más restrictivas para atajar una segunda ola vírica cada vez más descontrolada. El Gobierno de España, que anuncia “meses muy duros”, ha decretado el estado de alarma hasta el próximo mes de mayo. Por su parte, el líder del Partido Popular, Pablo Casado, reclama que se levante la alarma antes de Navidad para facilitar las compras y las reuniones familiares, buscando una suerte de equilibrio entre salud y economía. Pero la política de paños calientes hasta que el temporal amaine no ha conseguido controlar la pandemia ni salvar la economía.

Al respecto, en Francia se ha intentado dominar la covid con medidas concretas y graduales de unas tres semanas de duración. Sin embargo, con este experimento se han triplicado los casos de contagio. Y en el Reino Unido se multiplicaron por seis. En cambio, con un confinamiento muy riguroso, Israel redujo los contagios de 9.175 y 1.143 en el mismo período. Una medida que también funcionó en Nueva Zelanda, China o Corea del Sur.

Al margen de los factores azarosos que puedan intervenir en la propagación del virus, científicos, políticos, sanitarios y medios de comunicación apelan reiteradamente a la responsabilidad cívica hasta que se disponga de una vacuna que nos devuelva a la normalidad perdida.

Decía Chesterton que lo malo de las sociedades que renuncian a las grandes virtudes cívicas es que empiezan a magnificar las pequeñas. Y entonces puede avecinarse el desastre.

Japón se sirvió precisamente de su ancestral “patriotismo cívico” para hacer frente con relativo éxito al coronavirus. Mientras que en el resto del mundo se está optando por contener todo lo posible el virus, las autoridades niponas pusieron en práctica el llamado “acercamiento único”, es decir, aprender a convivir con el virus. Una fórmula que ha logrado mantenerlo a raya y minimizar el impacto económico.

El ensayo es una mezcla de enfoque científico, flexibilidad social y sentido común. Y sobre todo se apoya en una mentalidad en la que el bien común y el respeto a los demás priman sobre el interés individual, independientemente de las ideologías.

Educación, orden, disciplina, respeto, limpieza y puntualidad son pautas esenciales del proverbial civismo japonés. Pautas culturales que no nacen con la actual crisis sanitaria, sino que han sido bien adiestradas históricamente. Así pudieron afrontar con estoicismo desastres naturales, como terremotos, tsunamis. O los ocasionados por los humanos: ataques y accidentes nucleares.

Pues bien, en Japón, además de las exigencias sanitarias habituales (mascarillas, distancia física, lavado de manos, no gritar ni conversar en voz alta, limpieza escrupulosa de los espacios públicos), la estricta conciencia cívica también ha permitido que no hubiera drásticas restricciones de movilidad, multas y cuarentenas. Tampoco se bloquearon ciudades, ni se suspendieron las actividades escolares y deportivas. Los bares y restaurantes están abiertos. Sus puntuales trenes vuelven a estar abarrotados. Y el Gobierno incentiva a la población con distintas estrategias para recuperar la normalidad económica.

Según datos oficiales, y a pesar de tener más de 126 millones de habitantes y ser una de las poblaciones más envejecidas del mundo, ocho meses después de haberse detectado los primeros casos de coronavirus se han contabilizado en Japón unos 1.500 muertos, 82.000 contagiados y un índice de mortalidad de un 1% por cada 100.000 habitantes. Por ejemplo, Estados Unidos supera el 52%. El carácter insular de Japón favorece sin duda esa menor incidencia de la pandemia.

En resumen, mientras que en buena parte de los países europeos se ha impuesto el viejo lema de “a grandes males grandes remedios” (los confinamientos son recursos milenarios contra las epidemias), lo excepcional de Japón es que su tradicional civismo desempeña un papel muy significativo a la hora de contener el coronavirus.

Un apunte final. Se ha subrayado estos días que la unidad política es una medicina más ante la pandemia. Sin embargo, en España proliferan los mensajes confusos y contradictorios, los sectarismos estériles, los regateos miserables o las simples sandeces cuando lo que está realmente en juego es la vida y la hacienda de cientos de miles de personas.

Ya lo decía un ilustrado sueco hace más de cuatro siglos: “Con qué poca sabiduría está gobernado el mundo”.

Compartir el artículo

stats