La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carlos Cuesta

A contracorriente

Carlos Cuesta

Una banda honorable

La herencia musical del maestro Cerezuela, con brillante trayectoria

Desde el año de su fundación, en 1905, la Banda de Música de Laviana ha demostrado en sus diferentes etapas el buen hacer en el arte musical. Su primer director, Manuel Fernández Villa, autor de excelentes obras para piano, dotó a esta agrupación de un estilo impecable en la magia de la interpretación bandística y durante varios años fue un colectivo de enorme proyección regional, con un repertorio popular y clásico que causaba sensación al respetable en sus recorridos por Asturias o en los bailables de fin de semana en la plaza Mayor polesa.

Y esta Agrupación Musical de Laviana, como se denominaba a esta banda, alcanzó uno de los momentos estelares en los años sesenta del siglo pasado con una renovación de sus integrantes y con la participación de jóvenes músicos. Y este propósito, con el apoyo fundamental del Ayuntamiento lavianés, contó con la iniciativa de un brillante director de origen vasco que formaba parte de la Orquesta Sinfónica de Asturias en calidad de fagot principal. Era el maestro Antonio Cerezuela, un personaje de talante abierto y disciplinado que conformó un colectivo de indudable talla musical.

Los escolares de las graduadas lo recuerdan con afecto, pues no en balde el maestro Cerezuela les impartía dos días por semana actividad musical. Y de esa pedagogía surgieron muchos talentos musicales reconocidos actualmente en orquestas, directores de bandas y en producciones musicales de promoción nacional. Aquellos niños que siguieron las enseñanzas didácticas del profesor Cerezuela pronto formaron parte de la banda municipal de Laviana, que junto con los veteranos y finos músicos fraguaron una formación honorable y reconocida por la crítica musical. Carlos, Robles, Pato, Eleuterio, Fernando, Fonsi, Frechilla, Alfredo, Güichi, Ricardo Boroño, Manolo Morán, los Castán, Milín, Enrique el Cazurru, Armesto, Doro, Varela... entre una pléyade de chavales con entusiasmo y aptitudes para la música. Y en esta época dorada de la agrupación local las actuaciones por la región y provincias aledañas junto con Madrid no se hicieron esperar, y allí donde se desarrollaba un concierto la calidad interpretativa dejaba huella e impronta. Las piezas clásicas y populares, pero especialmente los pasodobles, como “Pepita Greus”, “Amparito Roca” o “Suspiros de España”, forman toda una leyenda musical por su maestría en el dominio instrumental. Excelentes músicos de referencia como Robles, Carlos Blanco o los hermanos Castán bien lo saben. Y la base de esta realidad está en el esfuerzo y en las buenas ideas del maestro Cerezuela, que logró implicar y animar a escolares a encontrar el arte musical como si se tratara de un juego instructivo. Todos están muy satisfechos de esa labor magistral en favor de la acción y lectura musical. Un noble aplauso para el profesor Cerezuela por sus desvelos y mucho ánimo a la actual Banda de Música de Laviana para que siga la estela de sus predecesores. ¡Que viva la Banda!

Compartir el artículo

stats