Cuando Pedro Sánchez inició la reconquista del PSOE y su camino hacia la Moncloa en El Entrego, algunos pensaron que la instantánea sellaba una especie de compromiso de sangre con las comarcas mineras. Pero una cosa es prometer y otra gobernar. No se trata de cobrar facturas en papel mojado. Solo de reclamar que lo dicho se cumpla. La Transición Justa no pasa de injusticia: se cerraron las minas antes de tener alternativas y lo propuesto no deja de ser un horizonte difuso. El último palo entre las ruedas: Hunosa fía su futuro a mantener la térmica de La Pereda tras su transformación en una planta de biomasa y sobre este proyecto desarrollará su nueva actividad energética de diversificación; pues el Gobierno va y limita la potencia a cifras inviables. Buenas promesas, ninguna cumplida. Son los falsos positivos de la otra pandemia.
