La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Como el río

Hablando poco de lo que se habla menos

Sobre algunos proyectos que se impulsaron en Pola de Laviana y no terminaron bien

Es así. Esta villa (Pola de Laviana), encanto de muchos que pasan de todo, es objeto de comentarios, no tan subrepticios, que, escuchados con atención, dejan sentado que no son tan desmesurados y fuera de lugar. Y todo por el propósito municipal de peatonalizar algunas calles, crear algunas vías para bicicletas y hacer una consulta popular, incluidos niños. Lo cual se celebró y resultó bien.

–“Los guajes ¿qué más quieren que jarana? Cuando más sitios tengan para sus juegos, para ellos va como Dios” –nos señaló un vecino de la calle del Sol.

Lo cierto es que, en todas las legislaturas y corporaciones municipales, han hablado, –más que hacer– de buscar remedio al tráfico rodado de la Calle Libertad, o sea, la carretera general, arteria caótica, donde más que remediar el problema, –aunque hablen de ello– más bien parece que buscan torear el caos. Se ha publicado un vídeo lleno de colorines, pero no deja de ser un cuento chino. Nadie logrará ver esa arteria de Pola de Laviana como la pintan: brillante, espaciosa, con suelo azul, edificios brillantes, libre del atasco que sufre frecuentemente. Y algunos se preguntan:

“¿Que para qué hacen esas cosas si saben que jamás van a ser así, ni soñándolas?”

Alguna vez se habla algo –poco– de las pequeñas plazas de Maximiliano Arboleya, la que cuenta con una buena construcción conocida en su día como Casa Felicia, después fue una confitería, ahora una tienda de lanas, la que cuenta con dos entradas a sus lados, aparte por la calle de Atrás, o sea Padre Valdés. En su día se dijo que iba a ser demolida para dar más carácter de plaza a este espacio... Se dijo que las influencias y los chanchullos evitaron, pues, mejorar la plaza y derribar el edificio.

Igual ocurrió –tal nos han contado– con la plaza que algunos llaman de La Cabra, y que extraña que el Ayuntamiento haya aceptado tal nombramiento, cuando tendría que ser llamada “Padre Graciano Martínez”, que es el nombre que lleva la calle que accede a La Pontona. Pues lo mismo. Existe un edificio, en su día conocido por el “O,95”, levantado por Onofre Álvarez, al regreso de Cuba, en el siglo XIX; después contó con diversas parcelas comerciales y, hace unos años, el edificio ha sido reconstruido y es ahora una tienda de chinos, después de haber sido Mueblería de Hermanos Portal. Digo que lo mismo. También se habló de anular este inmueble para dar más seña de identidad a la plaza, no de la Cabra, sino de Padre Graciano Martínez, ampliándola hasta La Pontona con calle en medio. Tampoco ha sido posible. Y, al parecer, por las mismas influencias y mismos factores determinantes.

He tratado, tal como está, sobre estos casos porque alguien cree que soy el único que no me debo a nadie –¡Hombre, muchas gracias!– y el que más refiere sobre Laviana… Ya, y ¿para qué? Si todavía no se ha logrado que quiten tres nombres a tres calles dadas a tres falangistas, sin ningún mérito para ocupar el titular de una calle. Además, no soy santo de la devoción de los organismos regidores, donde no siempre tengo fuentes para beber en las aguas de la buena información.

Compartir el artículo

stats