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Pedro Rodríguez Cortés

El caprichoso invierno de hace 75 años

Asturias sufrió grandes nevadas en diciembre de 1944 y enero de 1945, para después no caer una gota de agua en dos meses

El invierno de 1945, en el periodo de enero a marzo, nos ofrece dos singularidades del clima: la mayor nevada del siglo XX y a continuación una sequía que duró dos meses, en los cuales no cayó una gota de agua. Precisamente uno de los grandes temores que albergaba la población de Asturias era la posibilidad de sobrevenir un deshielo después de aquella monumental nevada que hubiera arrasado las riberas de nuestros ríos. Ni hubo deshielo, ni llovió. Es como si el cielo hubiera agotado toda la pluviosidad con la nevada de enero, afectando más la sequía a la huerta y ganadería asturiana que la propia nevada.

En trabajos anteriores ya nos referimos a la tremenda nevada de aquel año. Las precipitaciones de nieve se iniciaron el 26 de diciembre de 1944 y de una manera discontinua prosiguieron hasta fin del mes siguiente. A primeros de enero del año siguiente es cuando se inicia de manera continua la nevada adquiriendo una intensidad desconocida, por ejemplo el día 12, nevó durante las 24 horas, finalmente, el día 19 cesó la nevada. Las consecuencias fueron la incomunicación absoluta de Asturias con Castilla hasta el punto de que el tráfico ferroviario estuvo suspendido durante varios días y la carretera de Pajares estuvo cerrada veinte. Cerca de 600 obreros lucharon denodadamente en su labor de limpieza de vías y carreteras, resultando frustrante y estéril el trabajo por las continuas avalanchas. Para darnos idea de las dimensiones de aquella enorme nevada, algunos de los túneles del trayecto ferroviario registraban espesores de nieve importantes a 70 metros de la boca de los mismos, producto de las violentas ventiscas. Entre Pola de Lena y Villamanín quedaron atrapados varios convoyes y en la mayoría de los pueblos de la cordillera astur-leonesa por encima de los 700 metros de altitud el espesor rebasó los dos metros.

El correo en Asturias durante el bloqueo se recibía a través de Bilbao. El Real Oviedo que regresaba en tren de Madrid de jugar con el Real Madrid el día 7 de enero, después de hacer noche en León, intentó atravesar Pajares pero hubo de desistir del propósito ante las proporciones de la nevada, retornando a León, donde permaneció ¡9 días¡, pasando una verdadera odisea en su regreso, sin calefacción y entrando la nieve literalmente por las ventanillas de los vagones. Al final regresó vía Bilbao.

De la climatología en Asturias existe información, sobre todo de la extraordinaria nevada de 1888 en los diarios de la época. En menor medida la han tenido las posteriores. Las avalanchas de nieve han causado numerosas víctimas sobre todo en Pajares y Tuiza en Lena o San Ignacio en Ponga. Las riadas siempre contaron con más cobertura informativa, particularmente las de 1926 y 1938 por sus efectos trágicos, sin embargo de la información sobre sequías prolongadas apenas existen datos significativos. Sí recordamos haber oído a nuestros antepasados del año especialmente seco de 1938. Otro año que se recuerda fue la anomalía de ausencia absoluta de nieve, en enero de 1975, en la cordillera astur-leonesa, fenómeno desconocido en varias generaciones. Más lejano quedan los inviernos ausentes de lluvia como los de 1867–1868, y 1907–1908, y curiosamente el invierno anterior a la nevada de 1945, es decir el de 1943–1944 fue especialmente poco lluvioso y nevó la mitad de un invierno normal. Otro invierno benigno fue el 1882–1883 que favoreció el impulso de las obras del ferrocarril Gijón-León. Caprichos de la climatología.

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