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José Manuel Ibáñez

Hola y adiós

Adiós con muchas ganas al año más nefasto de nuestra historia reciente, y hola al que acaba de nacer, sin el bullicio e ilusiones de los que le han precedido.

No hace falta decir que las expectativas sobre este 2021 son de lo más simple, así que básicamente las podemos resumir en dos cosas: El fin de la pandemia, y salud, ambas entrelazadas. ¡Y gracies!

El tránsito de un año a otro es simple gesto simbólico del paso de hoja de calendario, pero la tradición nos dice que puede ser un cambio de expectativas en nuestras vidas con renovadas ilusiones y proyectos de cada cual, que la mayoría de las veces no se cumplen, pero hay que marcarse metas, pues caso contrario sería entregarse sin dar batalla ni luchar contra los elementos que están condicionando nuestras vidas.

Aunque, y todo hay que decirlo, las perspectivas para el año actual no son nada halagüeñas, no haciendo falta reseñar como se encuentra nuestra Asturias en todos los niveles, dicho muy gráficamente ¡pa echar a correr!

Como será la cosa que la inmensa mayoría ya se conforma al igual que el tullido que se acercó a Fátima en su silla de ruedas y esta comenzó a deslizarse por peligrosa pendiente sin control, y a la vista de ello comenzó a exclamar aquello de “Virgencita, virgencita, que me quede como estaba”. Dado que en la mayoría de los casos la desesperación sigue subiendo grados, además de la visible ruina económica de variados sectores, a la que no se ve el final, con soluciones que no dejan de ser simples parches, e incluso todo puede empeorar. Por si acasu muchos –como estará la cosa– piensan que la “solución Fátima” puede ser la menos mala.

Así que con los matices que se quieran, vamos a encarar el año con un ¡hola! prudente con todas las prevenciones posibles, soñando con volver a una normalidad que añoramos, pues el que afortunadamente ya finiquitó se nos hizo excesivamente largo y doloroso.

Y es que resulta que todos sabemos que la Ley de Murphy suele ser una constante en nuestras vidas.

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