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José Manuel Ibáñez

Cuesta de enero

La situación de la economía de las familias tras las Navidades, agravada por el impacto de la pandemia

Ya tenemos entre nosotros la famosa, y sobre todo temida, cuesta de enero. Una cuesta que este año parece va a ser mucho peor que la conocida de años anteriores. Vamos, una especie de subida culo atrás al Angliru.

Los asturianos llevamos tiempo con el corazón encogido, dado que no hay modo de que nos alegremos con alguna noticia positiva que nos reconforte, aunque sea mínima y nos insufle algo de ánimo.

En lo laboral, los datos que se nos ofrecen no pueden ser más desesperanzadores. Y al alza. O eso dicen: 113.592 personas en paro y de ellas 12.113 corresponden al año que finalizó. A todos ellos se podrían sumar muchos que no están censados en ningún lado, jóvenes que buscan su primer empleo y los que seguramente van a tener que bajar la persiana definitivamente. La cuesta se empina más, si cabe, con el anuncio de una inminente tercera ola del covid, que nos va a dar la puntilla en los más variados aspectos, con posible nuevo confinamiento.

La única esperanza es la vacunación masiva de la mayoría de la población, que, aunque tenga detractores, puede ser a medio o largo plazo un rayo de esperanza. Pero que está condicionada por diversos motivos y quizás algunos se quedarán por el camino.

El 7 de enero siempre me pareció un día “prestosu”, por ser la finalización de toda la parafernalia de las fiestas navideñas, que nunca me hicieron excesiva gracia, exceptuando los Reyes pa los neños. Pero en este 2021, con lo que se nos ofrece, creo que hasta los más optimistas van a entrar en fase profunda depresiva.

Habrá que agarrarse al refranero por aquello de “año de nieves, año de bienes”. Y como este año vamos bien servidos, a esperar que se cumpla.

Pero… no sé, no sé.

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