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Ricardo Montoto

Dando la lata

Ricardo V. Montoto

Oídos de mármol

Lejos quedan los días de aplausos a los sanitarios y de emoción por los muertos: ahora lo ignoramos, incumplimos las recomendaciones

Vamos camino del primer año de pandemia sin haber aprendido nada pero habiendo desarrollado una especie de cobertura que nos va insensibilizando de la magnitud de la tragedia.

Las cifras de fallecidos continúan siendo tremendas y, sin embargo, escuchamos el parte de bajas diario como si nuestros oídos fuesen de mármol, procurando que los terribles recuentos resbalen por la piel sin llegar a calar. Y son 100, 200, 300 y más muertos cada día a causa del covid-19, como un accidente aéreo cada 24 horas. Y de lo que sucede más allá de nuestras fronteras, directamente no queremos saber nada. Si se mueren, que se mueran.

Esta habituación a la pandemia nos ha hecho caer en la relajación, y los múltiples festivos de diciembre que deberíamos haber aprovechado para confinarnos voluntariamente, como aconsejaron los epidemiólogos, están pasado la factura ahora. Había que salvar la Navidad, dijeron, y mira cómo estamos.

Porque, qué curioso, sabedores de que nos jugamos la vida nos mostramos incapaces de renunciar a un festejo. Estábamos avisados de lo que pasaría y está pasando. Y no somos los únicos, desde luego, porque los datos por ahí fuera están desbocados.

Claramente, un año de pandemia ha endurecido a una parte importante de la población, harta ya de limitaciones horarias, cuarentenas, cierres perimetrales, distancias de seguridad y mascarillas. Lejos quedaron los días de aplausos a los sanitarios y emoción por los muertos. Es un sector de la sociedad que ha decidido que ya está bien y que es hora de retomar la vida ordinaria caiga quien caiga.

Y vaya si están cayendo. Por su culpa, por su negativa a festejar menos y protegerse más, por su empeño en incumplir órdenes y desoír recomendaciones, por no pensar en los demás y por nuestra peligrosa insensibilización. Lo que llorábamos en primavera ahora lo ignoramos.

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