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Antón Saavedra

De excursión con la “mochila austriaca”

Una propuesta más para hacer perder derechos laborales a los trabajadores

Protesta por el cierre de Vesuvius en Langreo en 2019. | LNE

Cuando todo parecía indicar que la implantación de la “mochila austriaca” era una idea dormida, esta se ha despertado de su sueño obligada por las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional para España que deberá presentar un plan con medidas estructurales que incluyan aumento de la recaudación fiscal y reforma de las pensiones, entre otras, con el fin de calmar los mercados, de tal manera que el Gobierno está dispuesto a incluir la llamada “mochila austríaca” entre las medidas de un plan económico de calado (Agenda para el cambio). De hecho, la Comisión Europea ha condicionado la entrega del cacareado fondo para la recuperación del IV Reich (UE) a que el mismo sea destinado a financiar reformas estructurales que Bruselas lleva tiempo exigiendo, entre las que se encuentra en el caso de España la reforma del sistema de pensiones.

Nuestro país lleva años posponiendo esta reforma, debido fundamentalmente a que ningún gobierno quería asumir el coste electoral que supone la aplicación de medidas impopulares como retrasar la edad de jubilación o limitar la revalorización de las pensiones, especialmente teniendo en cuenta que cada vez son más los votantes de más de 65 años en España. Pero, además, el FMI cree que la recepción de ese fondo de la Unión Europea es una “oportunidad para facilitar la introducción de reformas laborales” refiriéndose concretamente a la creación de una suerte de “mochila austriaca” a la que los trabajadores harían sus aportaciones para poder acceder a ellas en el día de su jubilación - como complemento a la pensión pública -, y cuando cambien de trabajo o cuando sean despedidos, según ha explicado el FMI a los medios.

¿Qué es eso de la llamada “mochila austriaca”? Se trata de un sistema de aseguramiento (indemnización) del despido por el que las empresas aportan obligatoriamente cada mes una determinada cantidad a cuentas de ahorro individuales a nombre de cada uno de sus trabajadores –no se debe de olvidar en ningún momento que este dinero no es más que un salario diferido de los propios trabajadores–, que estos pueden rescatar cuando se produzca su cese. El nombre de “mochila” obedece a que el importe de cada cuenta no se pierde si el trabajador se cambia de empresa de manera voluntaria, sino que le acompaña durante toda su vida laboral, incrementando la cuantía de su pensión cuando se jubila, y se apellida “austriaca” porque fue en Austria donde se implantó.

En nuestro país, esta figura ya se había recogido en la reforma laboral promulgada por el gobierno socialista de Zapatero en 2010, decidiendo posponerla después de que un informe de una comisión de expertos concluyera que aplicarlo podría costar el equivalente al 1% del PIB de aquel entonces (unos 10.000 millones de euros). El fondo de capitalización recogido en aquella reforma del PSOE suponía la creación de un depósito que podrían utilizar los trabajadores en los supuestos de despido, movilidad geográfica, formación y para la jubilación.

El PP también portaba a sus hombros la “mochila austríaca” en su programa electoral para las generales de 2011, aunque nunca tomó ninguna medida al respecto, hasta que en 2017 apoyó una iniciativa en el Congreso del PDeCAT para su puesta en marcha antes de 2020, iniciativa que tampoco tuvo un desarrollo posterior.

Posteriormente, el “Acuerdo para un Gobierno Reformista y de Progreso” firmado el 24 de febrero de 2016 entre el PSOE y Ciudadanos también portaba la mochila en su articulado, cuando en su apartado referido a un “Plan por el empleo estable y de calidad” hablaba del nuevo fondo para financiar los despidos como “fondo austriaco”, el cual tampoco llegaría a implantarse como consecuencia del fracaso de aquella propuesta de gobierno al no contar con los votos necesarios en el Congreso de los Diputados.

Hace unos meses el “Reino de España” enviaba a Bruselas su Programa Nacional de Reformas, un mecanismo con el que dar cuentas al IV Reich acerca de lo que se va a hacer en materia de empleo, trabajo y seguridad social. Este documento contiene una propuesta para “abordar la implantación gradual de un sistema de cuentas individuales de capitalización para la movilidad a través de la creación de un Fondo que permita a los trabajadores hacer efectivo el abono de las cantidades acumuladas a su favor en los supuestos de despido improcedente, de movilidad geográfica, para el desarrollo de actividades de formación o en el momento de su jubilación”.

Centrando nuestra atención en ese fondo de capitalización al que se compromete el Reino de España y que, por cierto, como el mismo documento permite comprobar, es algo que también reclama la patronal española (p. 59), este fondo, muy alabado por la OCDE, no es más que la nueva vieja receta de la agenda reformista laboral más neoliberal. Nunca se ha ocultado desde la UE su pasión por este sistema, inspirado en la legislación austriaca que, desde hace años lo viene poniendo como ejemplo de buena práctica para conseguir mercados de trabajo basados en la “flexiguridad”, un palabro con el que muchas veces se hace referencia a la pérdida de derechos laborales bajo la promesa de compensación a través de la protección social y la formación. Un buen eslogan para definirlo en su vertiente más pura, sería el de “despida libremente pagando la indemnización en cómodos plazos”.

Alejado ya del discurso de derogar la reforma laboral, por mucho que quieran seguir “mareando la perdiz”, el gobierno de coalición progresista PSOE-Unidas Podemos ha vuelto a demostrar lo difícil que le resulta cuestionar la apropiación neoliberal de las relaciones laborales, que, en nuestro país, es responsable de la degradación de las condiciones materiales de las trabajadoras y los trabajadores y de sus instrumentos de resistencia sindical.

De hecho, la Comisión para la Reconstrucción social y económica tras la covid-19 del Congreso de los Diputados ha recomendado la puesta en marcha de un sistema similar a la “mochila austriaca”, tras un error en el voto de Unidas Podemos, después de haber sido el diputado podemita, Rafa Mayoral, quien mejor y con mayor crudeza haya explicado públicamente y de manera reiterada el significado de este atentado salvaje contra la clase trabajadora y los pensionistas: «Una vez más nos llaman mentirosos… Aquí os traigo una videoreacción donde se desmontan una por una las mentiras del PSOE sobre la Mochila Austriaca».

Más tarde, el diputado de Podemos, Ismael López, trataría de repetir la votación, algo que el presidente de la Comisión, el vasco del PSOE, Patxi López, rechazó, conformándose el diputado del grupo podemita con que quedara constancia en acta del error, pero el texto ha sido remitido a Bruselas, después de su presentación a los medios por el presidente del Gobierno.

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