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Javier Antuña

El cantautor de la emigración

La trayectoria musical de un asturiano que actuó en Bélgica, Grecia, Rusia y Japón

Ya hace más de veinte años que un disco llamó mi atención en un puesto del rastro de Xixón, era un single de vinilo. En su portada había indicios de tener algún tipo de relación con Asturies (una de las canciones llevaba el título de San Esteban de las Cruces). Fue al leer su galleta, sin embargo, cuando intuí que su cantante tenía que ser de origen asturiano. Se trataba del segundo sencillo en solitario de Javier Lavandera –que en los créditos firmaba como Xabier de Mieres– en el que también había una versión del tema de Rafael “Amor no me llames extranjero”.

Tuvieron que pasar un buen número de años para que pudiese conocer más detalles de la vida y obra de este cantautor cuyos recuerdos eran ya muy endebles incluso para quienes habían sido protagonistas –como público– de la época dorada de los cantautores en la transición en Asturies y en España. El excelente trabajo de Miguel Menéndez La rumba hispano-belga, me dio algunas pistas, que unido a la consulta de un buen número de hemerotecas me permitió elaborar el artículo que se publicó en este periódico el pasado tres de agosto de 2020. En él hice un breve repaso a la trayectoria musical y política de este mierense que tuvo que emigrar a Bélgica –como otros tantos cientos de asturianos y de les cuenques– en la década de los sesenta del XX buscando un horizonte laboral y político que aquí no les era favorable.

Además de sus canciones y grabaciones en solitario, que incluye el Premio Charles Croos en Francia por la canción Diálogos con dios, Javier Lavandera colaboró con un buen número de grupos y cantantes del ámbito de la canción latinoamericana tanto en su faceta lúdica (Los Chakachas, Los Matecoco) como en la más reivindicativa (Víctor Jara o Atahualpa Yupanqui). Militante activo del PCE, compartió cartel en conciertos con artistas como Rosa León, Ricardo Cantalapiedra, Ana Belén y el propio Víctor Manuel. No sólo fueron los países centroeuropeos donde Lavandera desplegó su actividad. Grecia, Rusia o Japón fueron algunos de los escenarios a donde llevó su música combativa. Y por supuesto en Asturies, donde a principios de los años ochenta, ya antes lo había hecho en Xixón en 1979, realizó una gira por algunas localidades, entre ellas su Mieres natal.

El pasado cinco de febrero, a los 74 años de edad, fallecía en San Bartolomé de Tirajana (Canarias) Javier Lavandera. Ya hacía muchos años que había abandonado la actividad musical y se había decantado hacia el mundo del periodismo –en el que se jubiló– que ejercitó en diversos medios de comunicación, tanto en prensa como en radio y televisión.

Cuenta el citado Miguel Menéndez, que incluso llegó a ser corresponsal de guerra en Irán, Irak y Nicaragua.

En la actualidad su trayectoria musical está sepultada por el olvido al que la frenética y en ocasiones especulativa industria de la música condena a aquellas propuestas sonoras que ya no están de moda o simplemente no interesan. Se cierra así cualquier atisbo de difusión aún en el plano más historicista posible, por lo que su búsqueda o descubrimiento se vuelve casi imposible. Los cantautores más politizados, caso de Javier Lavandera, no sólo pasan a un segundo plano, sino que de ellos no queda rastro ni en la memoria colectiva ni en la institucional de su tierra.

Dentro de la canción de autor española con tintes comprometidos y reivindicativos, la música de Javier Lavandera, más allá de su mayor o menor popularidad, ya tiene un hueco en su historia. De nuestra parte queda que no sea un mero fenómeno para estudiosos y coleccionistas. Ahí está su obra, descúbranla.

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