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Ricardo Montoto

Dando la lata

Ricardo V. Montoto

En racha

Las averías en cadena de los aparatos del hogar como síntoma de que las cosas pueden ir a peor

Llevamos tiempo observando la lavadora. Ya nos acostumbramos a sus graciosos traqueteos pero últimamente emite unos ruidos inquietantes. Nada extraño dada su avanzada edad. Pero el óbito, que sin duda ha de llegar más pronto que tarde, se demora y la máquina continúa cumpliendo su misión. Sin embargo, estando preparados para oficiar el funeral de la lavadora, el radiador de nuestra habitación ha declarado unilateralmente su independencia y desde hace unos días se enciende y apaga cuando le da la real gana, sin atender a la voluntad de sus propietarios.

Y mientras entre chasquidos y vibraciones la anciana lavadora sigue funcionando, una de las hojas de la ventana del dormitorio decide que deja de abrirse. Y no hay destornillador, punzón ni martillo que la haga reconsiderar su postura. Al tiempo que la veterana lavadora completa exitosamente el enésimo centrifugado, el bombo del agua caliente notifica por medio de una estimulante ducha de agua fría que hasta aquí hemos llegado. Y se mantiene en sus trece. Y coincidiendo con la finalización del aclarado de cinco kilos de prendas de color, el microondas se suicida sin previo aviso.

Bueno, seré sincero: algo lo ayudamos. Pero el caso es que feneció.

Mientras tendemos al aire las sábanas recién lavadas suena el timbre de casa. El vecino de abajo informa de que tiene una creciente mancha de humedad en el techo, algo poco conveniente y que no presagia nada bueno. Diagnóstico: la terraza tiene filtraciones. Mal rollo.

Y mientras la incombustible lavadora sacude enérgicamente una colada de ropa de deporte el extractor de humos de la cocina lanza una tos preocupante seguida de un zumbido como si estuviera tomando aliento para despegar a través del techo. Qué pinta tan fea.

Claramente, estamos en racha y vamos camino de que, como no se detenga, se nos venga todo abajo. Salvo la lavadora.

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