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Javier Antuña

“Arizona Baby” y “The Colt Miners”, envidia de Mieres

El concierto que ambos grupos, vallisoletano y asturiano, ofrecieron el pasado sábado

Cuando un fenómeno se repite con una acusada frecuencia deja de ser una anécdota para convertirse en una rotunda evidencia. Somos unas cuantas las personas de la cuenca del Nalón que nos estamos acostumbrando, ya hace unos cuantos años, a vernos en los sucesivos, y estilísticamente diversos, conciertos de música rock o pop –que cada uno le ponga la etiqueta que considere oportuna– que se organizan desde el ayuntamiento de Mieres. Mientras que los encuentros en tales menesteres, en concreto los promocionados por parte de la administración pública local en nuestros respectivos concejos, sí son verdaderamente anecdóticos.

La última de las citadas evidencias nos la ofrecieron los gestores culturales mierenses el pasado 13 de marzo con el concierto de los vallisoletanos “Arizona Baby” a los que acompañaron los asturianos “The Colt Miners”. Estos últimos, que cuentan en sus filas con el guitarrista y cantante mierense Bobby González, fueron los encargados de abrir esa tarde-noche otro excelente bolo en el Mieres Centru Cultural. Con un repertorio de solvente y correoso rockabilly que bascula del country al swing, este power trío aprovechó también para tocar los temas de su primer epé –en soporte de vinilo– editado por el sello discográfico Sleazy Records. Por cierto, la portada del este disco sencillo es una imagen tomada en la mina La Rabaldana en Turón.

Con este intenso preámbulo musical se dio paso a la actuación de Arizona baby –en formato dúo– que arropados por la mítica canción de Canned Heat “On the road again” hicieron acto de presencia sobre el escenario. Tras tales buenos augurios musicales, el desarrollo del concierto no hizo más que amplificar las buenas vibraciones de sus temas, cargados de una buena dosis de country, blues y rock setentero. Un tanto tímidamente, fueron acompañados en algunos momentos por las palmas, supliendo así la ausencia de batería, del público que ocupaba al menos dos terceras partes del aforo.

Además de sus propias canciones, también hicieron, marca indeleble del grupo, sus peculiares versiones de algunos clásicos, como “La Modelo” de Kraftwert o el “Dieciséis toneladas” de Merle Travis que ha conocido variadas y exitosas interpretaciones alrededor de todo el mundo, incluida la llevada a cabo en nuestro país en 1960 por José Guardiola. Fue precisamente este clásico de la canción internacional minera la que sirvió para ilustrar –musicalmente hablando– los ancestros asturianos de los dos componentes de Arizona Baby que se hallaban sobre el escenario. Y es que si la madre del excelso guitarrista del este combo –Rubén Marrón– es de Uviéu, el otro guitarrista y carismático cantante –Javier Vielba– cuenta con orígenes, también por parte materna, en Turón, por lo que quisieron, a través del citado “Dieciséis toneladas”, hacer su particular homenaje al trabajo, y en particular al de la mina, actividad ya prácticamente extinta en nuestras cuencas pero por el momento de imborrable recuerdo.

Aprovecharon también “Arizona Baby” para recordar el epé –formato cedé– que publicaron en Subterfuge records en 2014, y en el que con el significativo título “It´s called work (se llama trabajo)” hacían su personal reflexión sobre la naturaleza –castigo/milagro– del trabajo asalariado, con la temática minera como principal soporte sonoro del mismo: a la canción del nombrado Merle Travis se añadía un clásico menor (“Working in the coal mine”) de Allen Toussaint, y la que da nombre al disco, composición de Javier Vielba. El diseño gráfico de esta grabación está plagado de referencias al concejo de Mieres y su estrecha relación con la minería del carbón, ya que en la portada aparece la fotografía de un minero -familiar del cantante del grupo- mientras que en la contraportada ya se ve una panorámica completa del desparecido Pozu Balanza del primer piso de la Mina Mariana, en tanto que algunos de los créditos del disco van acompañados de un mapa de las cuencas mineras.

En definitiva, el pasado sábado 13 de marzo además de dos soberbios conciertos, limitados en su disfrute pleno por la actual crisis sanitaria, asistimos también a todo un hermanamiento de la música rock con su pasado –en su acepción geográfica más amplia– minero por obra y gracia del Ayuntamiento de Mieres. No me mueve ningún tipo de afinidad política con el actual equipo de gobierno de Mieres al hacerles este reconocimiento público en su gestión cultural en lo que concierne a las llamadas música populares urbanas, pero sí la envidia de que en el Nalón –me da igual el signo político– no contemos con algo parecido en algún ayuntamiento.

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