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Avilés o el ciclo de la vida

El Caudal cerró una lamentable temporada en el Suárez Puerta, donde no pudo ascender a Segunda B la pasada campaña

La calamitosa temporada del Caudal Deportivo ha llegado a su fin en Avilés. Donde también acabó el sueño del ascenso en la pasada temporada. El ciclo de la vida. Lejos queda aquel equipo que doblegó a todo un Marino de Luanco en la final de la Copa Federación durante el mes de octubre. Un equipo que, bajo la batuta de Chuchi Collado, hizo una primera vuelta con altibajos, pero mostrando un nivel de juego y de implicación muy importantes, que hacían pensar que el objetivo para que se concibió la plantilla, el ascenso (o más bien el mantenimiento de la categoría en la cuarta del fútbol patrio), iba a ser posible.

Sin embargo, el parón navideño devolvió al Hermanos Antuña a otro equipo diferente. Cambios de sistema y de posición de jugadores que daban dudoso rendimiento. Los propios futbolistas, llenos de talento, pero faltos de hambre –siempre en líneas generales, porque hay quienes en su ADN llevan el no poderse dejar ir–. Apenas una racha de tres victorias seguidas fueron ese pequeño brote verde en una crisis deportiva que se veía que iba a terminar en batacazo. Nada digno para una entidad con 100 años de historia.

Lo de los dos últimos partidos de liga regular del Caudal fue la antesala de lo que terminó por constatarse el domingo. Un desastre. A falta de dos jornadas, los mierenses necesitaban un punto para meterse en la fase por el mal llamado ascenso a Segunda RFEF. Un desastroso partido contra el Industrial en Gijón, cayendo por 4-3, dejaba al Caudal con una sola bala. Ante un rival directo, como el Llanera, pero en casa. Valía el empate. Un partido en el que los mierenses jugaron 45 minutos con uno más, y que terminaron perdiendo y sin opciones de igualar.

El varapalo conllevó un cambio en el banquillo. Se apostó por la frescura de Xavi Annunziatta. El canario trató de imponer su sello, y de hacer cambios en el equipo para motivar a una plantilla a la que le pesó emocionalmente no meterse en ascenso. Se eligió el camino largo, y solo la gran ventaja acumulada en liga regular permitió que los mierenses tuvieran una última ocasión de pelear por la Segunda RFEF. Los seis partidos de la fase intermedia de grupos reflejaron a las mil maravillas el estado calamitoso del equipo. Tres derrotas, dos empates, y solo un triunfo, agónico, ante el Titánico de Laviana. Prueba del estado del equipo fue el último choque, en casa del Tuilla, cuando los de Annunziatta dejaron escapar un 0-2.

En Avilés comenzaba hace un año la pesadilla. En la final por el ascenso entonces a Segunda B, el Covadonga se llevaba al Caudal de Chuchi por delante. Y este domingo, fue el Real Avilés, el que por idéntico resultado, 2-0, dejaba al Caudal un añito más en el infierno.

La directiva del club mierense va a tener trabajo por delante. Un club centenario, que llegó a Segunda División, y que ahora navega en las gélidas aguas de la quinta categoría del balompié patrio, debería de abordar un profundo análisis. El desarraigo del equipo con la ciudad, una afición con cada vez menos ilusión, y un proyecto deportivo que se debe revisar, son los deberes que desde el club tiene por delante. Y no hay mucho margen para hacerlos. De momento, el Caudal, recorrerá en la 2021/2022 su particular calvario por la Tercera División.

Cristian. No quiero acabar estas líneas sin mandarle un mensaje de apoyo y ánimo a Cristian García, que el domingo sufría una grave lesión en los últimos minutos de la temporada. El “10” del Caudal ha jugado este año lesionado en algunas fases de la campaña, e incluso en este último partido saltó al campo con molestias para intentar ayudar. Su carácter fuerte, que demuestra cada partido, y que seguramente tenga que aprender a dominar, le ayudarán a salir de este bache. Goleador, esperamos verte pronto por los campos.

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