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José Luis Iglesias Luelmo

Los recuerdos de mi lápiz

José Luis Iglesias Luelmo

El inolvidable viaje con Pinín

La escultura del personaje que se encuentra en La Felguera y que da nombre a un parque

La Sociedad de Festejos “San Pedro” de La Felguera recuerda al dibujante Alfonso y a su popular personaje Pinín, que luce con su escultura en La Felguera dando nombre al parque en el que está ubicado.

El inolvidable viaje con Pinín

En una de mis visitas, Pinín me invita a subir a su Madreñogiro, para mostrarme desde el aire nuestro valle del Nalón. Una vez acomodados en la madreña, el guaje azuza con fuerza “el soplillo”, que mueve el rotor para hacer girar la hélice, y así, nos elevamos rápidamente, y como en un sueño nos encontramos en Tarna.

Tarna es el lugar donde nace nuestro sagrado río Nalón. El lugar, el entorno, no puede ser más bello y paradisíaco en aquella mañana de un día de avanzada primavera. La atmósfera diáfana, extendía aroma de flores y plantas inundando de exquisita fragancia el lugar de nuestra salida.

Nos elevamos en un cielo azul contemplando el puente de La Chalana. Pinín hace descender suavemente la madreña, advirtiendo la presencia del chalaneru, a su altura y al unísono le preguntamos: “Chalaneru, chalaneru, que lleves en la chalana?” ; “llevo roses y claveles y el corazón de una xana; que si pasáis por el puente non caigáis al agua, porque que los mis amores son, son de la chalana...”

El guaje Pinín, azuza de nuevo el fuelle, elevándose la madreña para ofrecernos la maravillosa vista de todo el pueblo de Laviana. Desde la altura, contemplamos Blimea, Sotrondio y El Entrego. Siguiendo el curso del río, en su ribera derecha, vemos discurrir en el tiempo, al entrañable Ferrocarril de Langreo. La bucólica estampa de aquella poderosa locomotora lanzando al cielo su enorme bocanada de vapor, dibuja una bella estampa, ya perdida hoy por el sucesor ferrocarril de vía estrecha (Feve).

En la otra ribera, contemplamos con admiración los dos colosos castilletes del Pozu Fondón. Se alzan erguidos, silenciosos, pero orgullosos como cíclopes que añoran tiempos pasados de gloria. A nuestro paso parecen vigilarnos con su enorme ojo de Polifemo; entonces Pinín acelera nuestra marcha imitando a un Ulises que trata de llegar a su Ítaca soñada. Nuestra añorada Ítaca, es el bello pueblo de Ciaño, sobre el que ascendemos casi rozando el Sagrado Corazón de su Iglesia, giramos sobre la Torre de la Quintana para en unos pocos segundos subir al Alto del Carbayu.

Desde el impresionante carbayal que abriga la barroca y centenaria ermita, la vista no puede ser más maravillosa. Todo Sama, La Felguera, Lada, Barros, Gargantada, la Peña Villa, Paxumal, donde Alfonso Iglesias hizo nacer a Pinín, y este me mira sonriendo viendo que todo Langreo está a nuestros pies.

El viaje llega a su fin, dándome cuenta que ha sido una preciosa aventura de niño, y con aquel niño que yo coleccionaba en los cromos del chocolate.

Mi querida escultura de Pinín, sigue en su parque de La Felguera y yo ¡hice el viaje más maravilloso!

Seguiré visitando a Pinín en su parque, para recordar sus grandes viajes y aventuras, aunque verdaderamente él, se haya ido con el viento.

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