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José Manuel Barreal

Ventana indiscreta

José Manuel Barreal

A favor del Gobierno

El Ejecutivo, con sus decisiones, queda muy lejos de ser “social comunista”, como pregonan los ultras y la derecha pseudoliberal

Ha pasado ya un tiempo prudencial desde que se constituyó el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. En mi opinión y dado el desarrollo actual de la política que se está llevando a cabo en diferentes campos sociales y económicos, el resultado, hasta ahora, parece bastante ambiguo. No digo negativo. Pero sí decepcionante en algunos sectores.

La respuesta que la derecha española, está llevando a cabo con clara intención de hostigamiento hacia este Gobierno, hace pensar que el mismo está tocando donde más duele a los partidos que representan a los sectores mencionados. Así, medidas como la ley de Eutanasia o la futura ley de Igualdad, junto con la ley de Educación suponen un avance desde la izquierda institucional hacia reivindicaciones sociales y como tales un peligro para que los ultras y la derecha pseudoliberal pregonen interesadamente, ya que ni ellos se lo creen, que hay un Gobierno “social comunista”. Sin embargo, cualquier parecido con esa realidad que desde la derecha y acompañantes nos quieren hacer ver, es un mero sueño en el que duermen su borrachera falaz y demagógica. Borrachera que será de época con motivo de los posibles indultos a los presos del “procés”

Estamos, no obstante, a mi juicio, ante un Gobierno débil desde la perspectiva de una izquierda social y económica, que es incapaz de una respuesta contundente ante tanta subida de tono por parte de la política conservadora. Esto es así. Decirlo no es hacer el juego a nadie, como algunos sectores afines al Gobierno, a modo de moralina, están queriendo imponer y hasta silenciar, desde lo que tal parece un remedo del “pensamiento único” neoliberal.

Es verdad que la llegada de la pandemia con todas las desgracias que conlleva hace que la urgencia en la salvaguarda de la salud sea prioritaria; y así, tal vez, puede servir como pretexto para justificar la toma de decisiones implícitas en la gestión de la sanidad. Que en mi opinión, más allá de inevitables contradicciones, se está llevando con mucha dignidad. Esta urgente política sanitaria está obviando otras sociales y económicas que al sector neoliberal del Gobierno conducido por Nadia Calviño y el ministro Escrivá no les hace ningún asco, continuando el juego económico y social con cartas marcadas a favor, siempre, del capital financiero.

No se trata de olvidar el Ingreso Mínimo Vital que ha venido a paliar muchos huecos, que siendo varios y diferentes, se ha acogido con alharacas y acríticamente por parte de la sociedad. Ni tanto como se dice, ni tan poco como se critica. Bienvenido sea el IMV.

Pero desde sectores de izquierda, que están siendo muy críticos con tal ingreso, se había planteado como un escalón hacia el cuestionamiento del chantaje del trabajo asalariado sobre miles de trabajadores pobres. Y está claro que no ha sido así.

No se puede ni debe dejar en el olvido a la Ministra de Trabajo que con loable y justa política ha luchado por los ERTES, que están siendo un balón de oxigeno en esta crisis de pandemia vírica. Una ministra que seguro pasará a la historia por la rareza de poner de acuerdo a la patronal española, tan beligerante siempre, con las medidas económicas y a su vez con los sindicatos de trabajadores. Seguro que serán de estudio sociológico en algún momento, tales acuerdos.

Quedan leyes como la laboral o la llamada ley mordaza, en el cajón... Se nos pide paciencia. Seamos, pues, pacientes. Los sindicatos, punta de lanza ( que deberían ser) de las reivindicaciones sociales, la están mostrando a raudales. Su indulgencia con el actual Gobierno nos la da a entender.

Queremos, se quiere, que problemas como la precariedad del empleo, la exponencial carestía de la vida, los problemas que nos plantea la emergencia climática, que no es baladí y todo aquello que hace una vida más digna y buena, así como habitable, pueda ser no solo posible, también probable. Soluciones que no vendrán desde una izquierda fragmentada en mil y una reivindicaciones, algunas con un tinte tan individualista que adormece con su discurso plano que nada dice a los y las que realmente necesitan “otra izquierda”. Así, desde la crítica sin acritud, este artículo se posiciona a favor del Gobierno.

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