Con el fallecimiento de alguno de los académicos de la Lengua Española, se van cubriendo las plazas de cada letra mayúscula o minúscula que, como suele ocurrir, uno o varios académicos, presentan al futuro e insigne versado en letras.
Recuerdo cómo no todos llegaron a ocupar el destacado puesto, puesto que en la votación no alcanzaron el número deseado. Pero hoy mi idea se sale del párrafo inicial y las posibles barbaridades van hacia otras personalidades nada académicas, a pesar de ocupar puestos relevantes en otra escala de valores. Allá va el hecho real que les expongo.
Irene Montero, psicóloga, feminista y ministra de Igualdad, aprovechando la etapa del LGTBI y aprovechando en las Cortes la aprobación de la ley Trans, la ministra en cuestión se pone en primera fila y, entre otras cuestiones y frases dice: “Por una España feminista. Orgullo de todos, todas y todes”, donde menos mal que no se equivocó aún más y no cambió la última “t” por una “j”.
Ser, mi imagino, es psicóloga, feminista, ministra y madre de familia, pero eso de entrar en la Real Academia de la Lengua Española, lo veo difícil, con la excepción de que tal Academia admita barbaridades o vulgaridades como “todes”.
