La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Albino Suárez

Como el río

Albino Suárez

Decepción y abstención

El intento infructuoso de entrevistarse con algún representante municipal para donar mi biblioteca personal

Podría dejar pasar el tiempo, sonreír y callar, pues ya tengo años bastantes para saber cómo funciona el mundo de nuestro entorno. Pero me cuesta. Y es que, hasta ahora solo dependí de mi trabajo para vivir de acuerdo a mi condición. Creo que no debo mi esfuerzo y mi trabajo a nadie. Y si algo logré es porque lo curré. Como suena.

He referido fechas atrás, usando de sorna y mala uva, que la pandemia condicionaba muchas funciones. Y lo decía porque, hace ya más de un mes solicité una entrevista con una autoridad civil de mi municipio –que diré para qué– y, tras el pliego que rellenó una funcionaria, donde constaba el motivo de la entrevista, que decía era asunto personal, a día de hoy no he obtenido ninguna respuesta. Sigo creyendo que la pandemia da muerte a conciencias, personas y posibilidades.

Cuando uno tiene mis años y tiene su final de meta cerca; y tiene, por vicio o virtud disponer de una biblioteca, con cientos de obras, suele pensar en dejarla en donación para alguna institución. Todo por afecto al pueblo. Pero tendrían que darse algunas condiciones. Y puesto que no se dan, por lo que veo, ni por la pandemia ni sé por qué otras cosas para recibirme, es lo que me ha originado una penosa decepción. Entonces, mejor me abstengo de hacer ninguna donación.

Eso aparte, porque ya mucho antes, me había dirigido a los cinco Ayuntamientos del valle, con una oferta, no con una ofensa, a la que, salvo uno, los demás ni para qué decir no tuvieron la gentileza de responder. Que, aunque fuese negativa, ya era de agradecer. Pero no. Ni así.

Y es aquí donde creo que la pandemia determina y condiciona las promesas que nos hicieron, unos y otros, en tiempo de votaciones. Porque no pueden originar tanta decepción los propios, que son quienes rigen nuestros municipios. No me cabe duda que el silencio es cosa, sin duda, de la pandemia. ¡Maldita sea...!

Aclaremos algo más sobre el tercer párrafo. Si la pandemia impide que me reciba una autoridad civil, y ello me ha originado decepción por el silencio dado a mi solicitud de entrevista, además del desinterés a saber de qué se trata o trataba, viene a renglón seguido mi abstención –o vuelta atrás– de donar mi biblioteca, en la que no solo cuenta dos colecciones completas de la Revista “Alto Nalón”, el total de mis 88 libros publicados; la obra completa de Alfonso Camín, además de decenas y decenas de otras obras, sin olvidar libros que la Iglesia ha prohibido y condenado, originales y manuscritos, así como objetos y documentos. ¿Para qué donarlos a quien no parece conocerme de nada?

La pandemia trajo puertas cerradas y confinamiento. Y algún que otro espejo donde se reflejan borrosas imágenes de la vida.

Compartir el artículo

stats