La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Palacios

Líneas críticas

Francisco Palacios

Todo empezó en el 34

Reflexiones sobre el último libro de Antón Saavedra: “Asturias saqueada”

La historia se alimenta esencialmente del conflicto, de las contradicciones, de las injusticias. Una confrontación que se produce en todas las esferas de la vida y se deriva de la diversidad de individuos y grupos sociales. Y de sus intereses antagónicos.

A grandes rasgos, creo que estas son las premisas del contenido de “Asturias saqueada”, último libro de Antón Saavedra, que lleva un subtítulo muy explicativo: “Oligarquía, revolución social, cierre de minas, muerte de las comarcas mineras y corrupción en el sindicalismo minero”. Se trata de un ensayo difícil de compendiar por el gran número de cuestiones que aborda, por lo que me voy a centrar en el tema que me parece esencial.

En el primer capítulo (Todo empezó en el 34), ya formula Saavedra lo que será la tesis del libro. Sostiene que “la historia de los años treinta en el Estado español es la crónica de la revolución proletaria y la contrarrevolución burguesa”, en clara referencia a la revolución de octubre y al golpe de Estado de julio que desencadenó la guerra civil.

Ambos episodios habrían certificado “los intereses irreconciliables” entre la oligarquía y la clase trabajadora. Y para Saavedra aún persiste “la venganza de la clase dominante contra esta región, pues no en vano fueron los mineros asturianos los que pusieron en jaque a los gobiernos de la burguesía en los años 34 y 36”.

Durante la Segunda República se sucedieron una serie de “cronologías calientes”, es decir, diferentes acontecimientos que condicionaron decisivamente su corta y accidentada existencia. A escala internacional fueron determinantes la revolución soviética de 1917, la grave crisis económica de 1929, el ascenso del fascismo y la subida al poder de Hitler en 1933. Asimismo, la República sufrió el primer intento de golpe de Estado en agosto de 1932, protagonizado por el general José Sanjurjo. Al año siguiente, las izquierdas pierden las elecciones generales después de haberse roto la conjunción republicano-socialista. Las luchas obreras se intensifican, especialmente en el campo. Y tras el fracaso en las elecciones de 1933 se plantea cada vez con más fuerza en el seno del socialismo nacional el objetivo de superar las “limitaciones de la república burguesa”. Y respecto al movimiento revolucionario del 34, desde el principio se manifestaron entre los socialistas dos corrientes opuestas, casi irreconciliables, personificadas en las figuras de dos destacados dirigentes: Largo Caballero (revolucionario ahora) y Julián Besteiro (partidario siempre de una “evolución progresiva”).

A lo largo del libro se abordan éstas y otras circunstancias y acontecimientos que asfixiaron irremediablemente a la joven república. Y si a ello añadimos la tradición golpista del ejército español, la tragedia parecía inevitable. Saavedra defiende en el libro la lucha como remedio a los problemas que ha padecido y padece nuestra región: “Aquella Asturias obrera, dinamitera, revolucionaria, antifranquista e industrial. Aquella Asturias es la que hoy permanece en la UVI agonizando, la lucha fue y sigue siendo el único camino en sus posibilidades de progreso”. Casi medio siglo de lucha (o acaso mejor de luchas) no ha logrado sacar a las comarcas mineras del marasmo socioeconómico en que están sumidas. Haciendo a estas alturas un ejercicio de historia virtual, y vistos los resultados, me surge la duda de que si esa voluntad reivindicativa tendría que haberse orientado también en un sentido más técnico y pragmático y menos ideologizado y partidista.

El mismo Saavedra refleja en el libro ejemplos de propuestas por parte de los poderes públicos de modelos productivos alternativos al carbón. Propuestas que naturalmente no fructificaron. Otro ejemplo de historia virtual.

En conclusión, “Asturias saqueada” de Antón Saavedra es un libro recomendable por sus aportaciones en los temas más diversos. Y porque ayuda a comprender muchos de los lastres que venimos arrastrando históricamente, sobre todo en las cuencas mineras.

Compartir el artículo

stats