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Albino Suárez

Como el río

Albino Suárez

Hombre de ideales, Vicente Sánchez

La vida y la integridad de un vecino que fue a la cárcel por “propaganda ilegal” durante la dictadura

La trayectoria de Vicente Sánchez Díaz ha sido y es desde su infancia el sentimiento comunista, mamado tal vez desde la cuna. El ideal marxista-leninista, como la honestidad y el respeto, han sido en él bandera en el viento. Vicente Sánchez Díaz, de sobrenombre “Matagochos”, apodo que les viene desde lejano cuando una familiar suya, en el siglo XIX, mujer de arranque, tenía la especialidad del sacrificio de los cerdos. De ahí quedó en lo sucesivo el apodo.

Vicente Sánchez Díaz, como Nicolás Corte, “El Xaxu”, como Manolo Portal, como César de La Quinta, como Joaquín de Les Quintanes, como otros, como Manolín de Llorío, fueron siempre vecinos ejemplares. El trabajo y su ideario iba con ellos. Como iba en el republicanismo en el médico–pediatra Atanasio Corte Zapico, quien fue Consejero de Cultura y a él se debe que Laviana recuperase la casa de Palacio Valdés, para honrar su historia. Como iba el socialismo en sacerdotes tales como Bernardino Fernández, Carlos García Huelga, José Iglesias, José Luis Fonseca y otros. Como fue asimismo el socialismo en otros. La idea o el idealismo político merece todo respeto cuando se lleva con honestidad, y se tiende al buen servicio, no al vicio de avasallar.

En 1960, una nota de prensa decía que “Cuatro reclusos escapan de la cárcel de Laviana”. Y explica que tres son muchachos jóvenes, autores de pillajes y asaltos a coches y otros efectos. Así fue como se fugó a la vez Vicente Sánchez Díaz, alias “Matagochos”, condenado a cuatro años por “propaganda ilegal”. Los tres arrapiezos, uno se entregó al otro día, los demás fueron capturados días después. Vicente no; Vicente tenía otra madera, no era delincuente, era político y hombre entero, al que, pese a las batidas de la Guardia Civil, no dieron con su paradero.

Vicente Sánchez es respetuoso y respetado, hombre lector, hombre fiel a su ideario, que defiende siempre y no niega nunca. Vecino y amigo, lleva en el umbral de los 90 años la vida plácidamente. Lo plácidamente que se pueda llevar a esa edad, entre un vaso de vino a un café a mediodía y, entre tanto, los medicamentos, que se han de tomar para que el organismo se sostenga sin muchas alteraciones, que esas cosas, si fueron antes, ahora ya, viendo lo que se ve, tampoco merece mucho la pena seguir batallando...

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