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Ricardo Montoto

Dando la lata

Ricardo V. Montoto

Anestesia general

La ausencia contestación social ante la actual situación

No cabe duda de que quienes tienen la capacidad de movilización de la ciudadanía hoy están en el poder. De ahí que, con la que está cayendo, asfixiados por unos precios desorbitados, testigos de una fenomenal catarata de incumplimientos, con unos reveses judiciales tan graves como la inconstitucionalidad de las limitaciones impuestas durante el estado de alarma, no se aprecia más ruido que el producido ocasionalmente por la extrema derecha y la matraca del nacionalismo catalán.

Parecemos más interesados en la reapertura de las barras de los bares y el ocio nocturno que en ser capaces de pagar los próximos recibos. Los sindicatos están tranquilos y sin ganas de salir a pasear, si bien, intentando ser un poco objetivo, motivos no faltan y por mucho, muchísimo menos, en un pasado no tan lejano se han llenado las calles de gente, pancartas y gritos de dimisión.

El Gobierno actual tiene la suerte de que nada de lo malo que sucede es culpa suya. Al menos así se justifica y, vista la quietud social, la mayoría de españoles acepta. Justo lo contrario de lo que le sucedió al ejecutivo precedente, culpable de todo. Y la ciudadanía, aparentemente irritada, fatigada y pasándolas canutas, asume resignada, cuando no indiferente, una trola tras otra, un sablazo tras otro, una decepción tras otra.

Y si a una sociedad anestesiada sumamos una oposición política plúmbea, monótona y más preocupada por afianzar su propia situación –ya saben que no hay enemigo más peligroso que un compañero de partido–, reunimos las condiciones ideales para que un Gobierno incompetente sobreviva sin apuros.

A los que dicen que el presidente Sánchez no hace nada bien hay que responder que se equivocan porque, a pesar de todo, no tiene a casi nadie en la calle exigiendo que se vaya a freír espárragos, lo que, dado el panorama, se aproxima a lo milagroso. El milagro de la anestesia general.

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