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Avelino Mallo

Obsoleto

La protesta de estudiantes por el clima que tiene lugar hoy en todo el mundo

Cuando conocemos a alguien nos formamos una idea de esa persona a quien le atribuimos, a veces sin acierto, algún calificativo de los que disponemos.

En una ocasión me tocó darle clase a un alumno al que por sus características nos fue difícil asignarle cualquiera de los adjetivos con los que contábamos para calificar sus capacidades. Evidente que el sistema educativo no utilizase los términos rancio, antiguo, arcaico u obsoleto para evaluar a chicos de la ESO como era el caso y que por entonces contaba trece o catorce años.

Aquel crío habitaba como a otra altura, parecía vivir a las afueras de todo. Demoraba el acercamiento a sus compañeros y se sentaba siempre sólo por iniciativa propia. En una ocasión y aprovechando un trabajo en grupo, pensado para fomentar el respeto interpersonal, le preguntamos que si por las tardes salía a jugar con otros niños. Respondió: Sí, salgo a jugar con otros niños pero no puedo jugar con otros niños porque no encuentro a ningún niño y porque en mi pueblo no hay niños. ¿Y con quien vives? Vivo solamente con mi abuelo y es casi la única persona que conozco.

Puesto que en estos casos hay que tener cuidado con lo que se dice, el equipo docente “propuso” que uno de los objetivos a alcanzar, sería “rejuvenecer” aquella mente a base de desarrollar ciertas competencias porque veíamos que estaba tan influido por su abuelo que nos sentíamos profesores prácticamente de un anciano.

Como mínimo teníamos que descubrir qué puertas se había cerrado su antecesor en la vida para convencerle de que con educación y urbanidad, él sería capaz de volverlas a abrir. Un profesor exclamó ¡caramba, ser joven no te exime de ser antiguo! Otro lamentó: ¡cuanta experiencia hay que acumular para conseguir una mente joven!

Los rallys que cada año pasaban por delante de su casa le enamoraban; “de mayor me voy a dedicar a eso, quiero fama” dijo. Durante el debate, un compañero de su edad intentó hacerle ver que alguien podría cuestionar esa profesión. Vino a decirle que inmersos en una crisis ambiental provocada en gran medida por el CO2 producido por los coches, sería poco ejemplar esa actividad, “así no ayudarás a enfriar el planeta; tenemos que reducir las emisiones ya”. Otro le comentó: el mundo ya es un garaje cerrado con el tubo de escape en macha. Seamos preventivos, son demasiados coches y motos de carreras que arrojan gases que pudren el aire y que por lucro y diversión gastan unos recursos energéticos que van a hacer falta para cosas más importantes… Pensé en las empresas petroleras que ya se habían enfrentado a desafíos de reputación y legales en la lucha contra el calentamiento global.

El niño-anciano era noble, dócil, sonriente, pero era como una vagoneta, había que tirar por él para todo. En mi asignatura medité jugar con su pasado para modificarlo: pero ¿qué pasado puede tener un niño? Me pregunté. Aunque muchos niños presuman de tener tanto pasado como un decano de universidad, cuando se les pregunta donde han nacido, alguno responde orgulloso ¡en el hospital!

La protesta global contra el cambio climático impulsada por estudiantes se celebra hoy en todo el mundo y culmina con una manifestación en Nueva York encabezada por la activista Greta Thunberg.

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