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Ricardo Montoto

Dando la lata

Ricardo V. Montoto

Paraísos

Periódicamente salta la tapa de la alcantarilla del submundo del dinero negro y por un tiempo nos mantienen entretenidos con las opacidades económicas de las celebridades. Y también por un tiempo se reactiva la llama de la justicia social y la lucha contra el fraude. Pero, lo dicho, por un tiempo, porque el fervorín se pasa rápido para que la vida siga igual.

Porque no hay intención de acabar con los paraísos fiscales ni con las ingenierías legales que consiguen que un individuo permanezca en el anonimato gracias a los testaferros, las cuentas secretas y las sociedades fantasma creadas en lugares remotos.

Imaginen que mañana, por ejemplo, la Unión Europea declarase ilegales las transacciones con compañías radicadas en esos paraísos, que el dinero de sus bancos no pudiera circular, que no tuviera valor aquí, que en territorio europeo las sociedades tapadera, sin personas físicas detrás claramente identificadas, no fueran aceptadas en ninguna operación. Pues se acabaría el negocio paradisíaco, porque nadie guarda la pasta en un lugar del que no puede salir.

Pero resulta que una compañía panameña con fondos de las Islas Caimán puede hacer lo que le dé la gana en cualquier parte. Y las pesquisas oficiales siempre acaban muriendo en la tela de araña societaria.

Como en la navegación. ¿Por qué todos los buques y yates importantes ondean pabellones de conveniencia, o sea, banderas de países como Panamá, Bahamas o las islas británicas del canal de la Mancha? Pues porque así se ahorran un dineral en impuestos. ¿Pero dónde atracan, qué mares surcan, qué aguas contaminan? Las nuestras. ¿Se pone remedio a esta práctica? Por supuesto que no.

Los paraísos fiscales existen porque son interesantes y rentables para aquellos que deberían redactar las leyes que los bloquearan. Los mismos que dicen perseguir el fraude, los beneficios del narcotráfico y la venta ilegal de armamento, la corrupción y la financiación del terrorismo son los que aceptan la existencia de refugios seguros para delincuentes de máximo nivel. Porque son un buen negocio.

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