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José Manuel Ibáñez

Calles peatonales

Conductores, bicicletas, monopatines y un peligro real en los viales que supuestamente solo son para los viandantes

Bueno, lo de peatonales es un decir, dado que al final las de Langreo, por lo menos, llevan desde su inicio igual o peor que cuando eran de libre circulación. Hace ya bastantes años que siguiendo la estela de diversas ciudades en Asturias, con Oviedo como referente, en muchos lugares les entró la fiebre de peatonalizar diversas calles, básicamente en el centro y su entorno.

Teoría estupenda para que los ciudadanos puedan disfrutar y pasear sin correr riesgos, pero que en la práctica nada tiene que ver con ello. Esta opinión de hoy viene a cuento porque uno de estos días, en una de estas calles, un émulo de “Cohete Suárez” me dio un susto de muerte, con bocinazo incluido y gestos nada amables.

Así que a lo que se ve, estas calles pese a la prohibición de que salvo zona de paso a garajes, o repartidores en determinado horario, son todo un peligro por culpa de desaprensivos conductores, que creen que tienen patente de corso haciendo lo que les place.

Mientras tanto, el resto tiene que andar ojo avizor si no quiere tener un buen disgusto. Concatenado con todo ello también proliferan los “locos del monopatín” que exhiben su pretendida destreza con cabriolas de todo tipo, además de ciclistas a velocidades nada prudentes. No cabe duda de que la Ley está para cumplirla, y si me apuran en algún caso concreto ser pelín flexible, pero tomarla a cachondeo, como es el caso que me ocupa, pues como que no.

Por lo tanto lo que parecía una excelente idea en su principio ha devenido en una auténtica jungla de asfalto, en vez del oasis prometido, por culpa de individuos incívicos a los que les importa un carajo los ciudadanos que por allí transitan.

Uno mismo, aparte del susto ya detallado, contempla a diario incidentes similares de todo tipo, que algún día acabarán fatal. Luego las lamentaciones de nada servirán.

¿La policía? Bien, gracias.

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