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Carlos Cuesta

Julio de Rioseco, notario público

Toda su existencia estuvo marcada por la panadería familiar y su vocación por el universo mediático de su zona. Julio de Rioseco era su nombre popular en las crónicas cotidianas en prensa, radio y televisión. Siempre estaba al pie del cañón cuando la noticia lo demandaba porque los sucesos de cualquier ámbito son muy caprichosos y este corresponsal de raza y vocación cumplía con ese deber férreo de enviar esas noticias básicas, pero necesarias para los distintos medios donde colaboraba.

Su muerte nos llena de tristeza y de una desazón incontrolable. Vivió conforme a sus convicciones una vida extensa y feliz con su mujer e hija y la gran familia detrás que lo arropaba con afecto y cariño. Fue un hombre intenso y hacedor de buenas realidades. Panadero con deseo laboral, alcalde de su concejo en dos ocasiones. En los años cincuenta, el más joven de España, y ochenta cumpliendo con su labor y sintiendo a fondo su municipio. Hijo predilecto de su terruño y un empecinado en llevar a efecto hechos bien construidos, lo que le granjeó el afecto de los suyos. Y la tarea más gustosa de su largo periplo vital fue ser mantenedor de actos sociales, escribidor de acontecimientos sencillos, pero cargados de razón doméstica, animador verbal y gesticular del Descenso Folklórico del Nalón, así como enorme corresponsal las 24 horas del día.

Julio de Rioseco.

Ahí estaba su grandeza de persona de pueblo, popular y sentido. Y en sus años mozos un estupendo cancerbero del Real Titánico de Laviana. Un gran bagaje existencial y un recorrido digno de un hombre bueno y racional. Y la huella de su carácter está en su alma vitalista y en esa marca coyana que todo lo define. Y Julio de Rioseco murió para vivir gestas atractivas en ese paraíso lejano e ignoto. Sus crónicas del Alto Nalón serán verdades incuestionables con la gracia de la reverberación divina en ese más allá de luz y sensaciones. Bien por Julio de Rioseco y su entusiasmo local, con el ejemplo de honradez y perseverancia por montera. ¡Siempre en el recuerdo!

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