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José Manuel Barreal

Ventana indiscreta

José Manuel Barreal

Ética y política

La votación en el Parlamento para renovar el poder judicial

Ya Sartre, en su obra de teatro “Las manos sucias” (1948), confirmaba lo que ha ocurrido en el Parlamento con la votación favorable del cuestionado candidato del PP, un tal Arnaldo. El autor francés por boca del protagonista de la obra dejó estas famosas palabras: “Yo tengo las manos sucias, hasta los codos. Las he hundido en la mierda y en la sangre. ¿Y qué? ¿Acaso crees que se puede gobernar limpiamente?”. Lo anterior, además de corroborar la obscenidad ocurrida en el Congreso, con el beneplácito de la izquierda, –hubo pocas y honrosas excepciones–, que en palabras de Pablo Iglesias, se ha “autodefendido”, trae a colación la difícil relación entre “ética y política”.

Esta relación ha sido siempre muy estrecha, además de debatida. Dicha votación ha vuelto a destapar el controvertido tema ética/política, que está lejos de solucionarse. Los ciudadanos, hombres y mujeres, esperamos que los y las representantes públicos tengan de la política y de sus actuaciones personales una concepción íntegra . Que desliguen lo que son sus intereses o de partido de lo que realmente son los del pueblo a quien dicen representar. La significación de un rearme ético y un compromiso moral que sirva para llevar por buen camino nuestro sistema democrático, tiene que estar asfaltado de ética, no de espurios mojones que van marcando los intereses de partido o de sujetos poco escrupulosos. Un camino, que ha quedado dinamitado estos días aciagos para la democracia.

Al final, nada nuevo. Ya Maquiavelo, dejaba entrever esta contradicción, con máximas tales como “el fin justifica los medios” , “si el acto acusa, el resultado excusa” o “...la virtud puede ser la ruina de un gobierno”.

Así, el enfrentamiento está servido, entre quienes sostienen que para llegar a fines supuestamente buenos, no se deberían utilizar medios inmorales, y los que aceptan aquello de que si tú te corrompes yo tengo el mismo derecho a ser corrupto; lo que implica cierta dosis de inmoralidad y de cinismo. Se pone, así, el énfasis en la “defensa propia” ante la corrupción sistemática del PP, con el apoyo, en este caso, del voto favorable a quien no es modelo de ética y valores morales. Lo grave de ese voto es que se hace en base a que la izquierda, sí tiene valores éticos, que no dudo, pero que han quedado en entredicho en esa “autodefensa”. Una votación, en la que se salta esa ética, que se critica a la derecha. No seré yo quien niegue la autodefensa, pero la veo en niveles individuales, no en un contexto en el que se prostituye la sede de lo que parece es la representación genuina del pueblo. De los de “abajo”. Y claro, si esa casa de representación se utiliza para conceder patente de corso a un declarado mendaz, es obvio que en el Parlamento se ha hecho de las y los representados una grosera utilización.

Al final es la constatación del postulado que mantiene la necesidad de un cierto equilibrio entre virtud y vicio; entre moralidad e inmoralidad. Equilibrio en un trapecio que ha sido manipulado por “manos sucias”, donde la mentira y la corrupción están admitidas por la famosa “razón de estado”. Y que concluye que todos los políticos son iguales. Conclusión falsa e interesada. Pero que está en la calle. Me parece interesante finalizar esta colaboración con algunas preguntas. Preguntas cuya respuesta, a buen seguro, tendréis todas y todos.

Así, aquel subcomandante Marcos, de Chiapas se preguntaba: ¿Cuándo y cómo fue que la ética y la política tomaron esos caminos?: La ética, el camino aséptico y mediocre de la academia. La política, el camino del cinismo y la desvergüenza “realistas”. Dos preguntas, que a mí juicio, entroncan con lo ocurrido en el Parlamento español.

Al final, me pegunto yo, si después de lo que ocurrió y vimos, ¿no merece la pena seguir votando a esa izquierda, todavía hay gente honrada en ella, para que pueda, aun con serias erratas, tener la fuerza de la negociación? ¿No es mejor, ese voto a la izquierda, que renunciar y dejar a potenciales víctimas a merced de un Gobierno no solo de derechas? Porque potenciales víctimas seremos todas y todos. Estas preguntas, para nada excusa la crítica al actual gobierno de izquierdas en el caso que se lleva comentado y por supuesto al posible que salga de las próximas elecciones.

Finalizaré con Manuel Vicent: “En el apretón de manos con que los políticos cierran un pacto secreto (...) Más bien se trata de un intercambio de miasmas que en las manos sucias forman un nudo muy oscuro”.

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