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Albino Suárez

Como el río

Albino Suárez

Minas y mineros

Del asalto al pagador de un pozo llevado a cabo en 1933 por un vecino de Blimea

En 1949 cuando iniciamos nuestra vida minera, se contaba de uno o dos hermanos de la zona de Blimea, que eran familiares directos de un personaje que había asaltado en 1933 al pagador de la empresa minera de El Socavón, de la zona de Santa Bárbara.

Tres amigos del Villar que conocieron en 1951 la historia del Pagarín.

Un día, final de mes, cuando se iba a efectuar la paga a los mineros del El Socavón, el pagador, de nombre Falo, quien tenía una pierna ortopédica, –de palo, como se solía decir–, subía en un vagón “con un saco de dinero”, que entonces se pagaba, mayormente, en metálico y no en papel moneda. Acompañaba al pagador un guardia civil, el que iba en el trenillo, que transportaba, además, materiales de la empresa Duro Felguera.

Ya, cuando estaban a punto de salir de un túnel, el maquinista frena de golpe. Le obligó un emboscado tras un pañuelo, el que conminó a entregarle el dinero que iba en el saco, “que aquello era un atraco”. Para eso les estaban apuntaba con un arma, si no obedecían… Bajo unas ramas y trapos aparecía un “arma”, detrás del salteador. La tal arma resultó ser el palo de una escoba, apoyada en unos arbustos. El pagador no lo sabía, así que, presa de pánico, se tiró a rodar por un monte abajo, mientras iban quedan esparcidas libretas, libramientos y la pierna de palo, que se quedó enganchada en unos matorrales. El guardia civil intentó repeler la acción del atracador, pero este fue más rápido y disparó sobre el agente. El autor del disparo y del atraco, resultó ser Quintín Pagarín, natural de Blimea, quien carga con los dos sacos de monedas, los echa sobre una bicicleta y se lanza carretera abajo. Que ya era mucho en aquellos años saber andar en bicicleta.

Se contaba que en Blimea Quintín tenía novia, con la que se quedó a cortejar, después siguió ruta en dirección a Barredos para desviarse por Tiraña y subir por la Carretera de la Faya de los Lobos, lo que hizo a pie, pues con el peso de las monedas y la carretera que era un mal camino, imposible subir dando los pedales.

Previo a este hecho, en El Socavón trabajaban Jano, de San Mamés y Gin de Carrio, que con ambos trabajé en Villar, a partir de 1949, así como otra gente, como Manolín Santísima y Alfonso Llopeza, los que habían encargado en el Foxacu, en casa María la de Xuan que les preparase una botella de vino y una docena de casadielles, que como “era día de paga” iban a celebrarlo… Cuando se supo lo ocurrido, lamentaron no poder pagar el encargo a la chigrera…

–¡Qué rediós!, dijo María–: Vosotros comer, que ya pagaréis. ¿Qué culpa tenéis vosotros que hayan asaltado al pagador?

Quien pagó fue Pagarín, el que fue detenido entre La Faya de los Lobos y la Casilla, aquella misma tarde. El valle de Blimea, quedaba al lado izquierdo. O sea, la zurda, que le tocó a Pagarín.

Y el asalto, como tal asalto, fue uno de los primeros sufridos por un pagador de las cuencas mineras, a excepción del acontecido en Buferrera, montaña de Covadonga, donde el célebre Benjamín “El Bárgana” efectuó uno, bien secundado por su compinche Juan de la Fuente, que fue quien disparó contra el pagador al que le causó la muerte. Del Bárgana quedó la leyenda. Porque hubo quien, bajo su nombre, otros cometían las fechorías.

De modo que el asalto al pagador de El Socavón, fue un hecho comentado, y que, por su simpleza, no se tardaría en capturar al facineroso. Y fue así. Se admiró la osadía de Quintín Pagarín y la decisión que tuvo, pero no podía resultar bien. Y no resultó, que aquel mismo día, al anochecer ya fue detenido. Además, cometió el delito de disparar a un guardia civil, al que dejó malherido, y el que murió después. Lo que es claro es que Pagarín no tenía madera de atracador, al estilo de los que fueron llegando después y de los que abundan ahora…

Pagarín, detenido y encarcelado, le cae una condena de muchos años. Pero parece que en 1936 quedó libre al comienzo de la Guerra Civil. Ello fue que, al haber disparado a un guardia civil, el que muere finalmente y el que era conocido por “Remache”, del que se decía que no era cosa buena, tenía que pagarlo. Lo cierto es que Linón de Blimea nos contó una copla, que cantaban por el pueblo:

Si mataron a Remache, / que le echen un funeral.

Y a Pagarín que le dejan / salir pronto del penal…

La historia sigue, pero desconocemos el final de Quintín Pagarín, de Blimea.

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