La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ángel Luis Rubio

¿Privatización? No, ¡formación!

En contra de la externalización de servicios en Mieres y a favor de potenciar el sector público local

Mieres vive inmerso en un ciclo de privatizaciones que no solo no van a beneficiar al municipio, sino que además ha contagiado al propio movimiento vecinal.

Las manifestaciones de algunos dirigentes de las entidades vecinales del casco urbano, así como la del presidente de la agrupación vecinal del municipio, alabando la gestión privatizadora del equipo de gobierno, deja entrever una total falta de compromiso con el mantenimiento de los servicios públicos y el empleo municipal. Una alabanza empresarial y un descrédito hacia el personal laboral que durante los últimos años ha venido cumpliendo su misión bajo unas condiciones de precariedad, que no quieren verse o más bien, a alguien le puede interesar que no se vean con tal de continuar privatizando sin cesar.

Y es que la campaña detractora que desde un primer momento impuso IU hacia todo lo que supusiera un servicio público amparándose en la eliminación de la deuda, así como hacia la labor de los trabajadores municipales del sector laboral, calaron muy hondo en una sociedad que se está viendo amordazada por una total falta de transparencia y participación ciudadana en la política municipal. Una mordaza que ahoga, aunque no se quiera reconocer, las reivindicaciones de las entidades vecinales, el crecimiento socioeconómico y laboral, desdejando muy mucho, la atención hacia los escasos espacios industriales que nos quedan y que van languideciendo sin que nadie lo trate de evitar. Un ahogamiento que llega también al medio rural, en un total estado de abandono, desnudo de inversiones y plagado de una elevada carga fiscal que hace fluir el despoblamiento de este, cada día más.

Para justificar todo este desbarajuste, Izquierda Unida encuentra su mas fiel aliado en la Ley Montoro de pago a proveedores y desarrollar así una política restrictiva en todos los aspectos, con tal de liquidar una deuda de la que ella también fue participe obviando la posibilidad de acogerse, como otros municipios, a un plan de pago con un mayor plazo para zanjar la deuda, pero con menores restricciones para el normal desarrollo de la actividad municipal en todos los órdenes.

Y mientras otros ayuntamientos tenían la suficiente libertad de acción dentro de una situación cuasi normal, Mieres se veía condicionado por una serie de restricciones y controles con lo que tal vez no había contado al decidir cómo afrontar el pago a realizar, algo de lo que fueron advertidos por quienes en aquel momento formábamos parte activa del movimiento vecinal, cuyos asesores nos habían puesto al corriente de lo que podría pasar en función de las fórmulas que decidieran aplicar para tales pagos y de cómo podría repercutir en el desarrollo de la vida municipal. Y pasó. En un corto periodo de tiempo, se fue viendo el grave error cometido y que hoy en día todavía se sigue sin reconocer.

Así surge la famosa frase del “estamos atados de pies y manos” y con la que a punto está de llegarse a la disolución de la plantilla de personal laboral y al comienzo de una serie de privatizaciones que en muchas ocasiones demostró ser peor el remedio que la enfermedad.

Evidentemente, con una plantilla reducida a su mínima expresión, los servicios se vieron mermados y con ello la moral de quienes, siendo trabajadores del sector público, se veían abocados a un estado de temporalidad sabiendo que la solicitud de cualquier tipo de medida que permitiese corregir la situación se vería rechazada sin ningún tipo de argumentación.

Por su parte, el equipo de gobierno se blindó ante el movimiento asociativo en general y la ciudadanía en particular, mediante el rechazo a cuantas propuestas ciudadanas que hacía meses podrían ser bienvenidas, ahora se les restaba todo tipo de valor.

Y llegó el momento en que la deuda fue saldada. Frase que se instituye como eslogan a nivel general calando muy hondo en la ciudadanía, rebatiendo con ella a quienes intentan hacer ver que esa no es la realidad y que Mieres continúa estando muy mal, pese a lo cual la frase se convierte en una contestación con más fuerza todavía: ¡pero se quitó la deuda!

¿A costa de quién? Veámoslo.

Pues a costa de los propios trabajadores municipales, de los recortes hechos en servicios como la piscina municipal o la eliminación del telecentro que, por cierto, hoy más que nunca se hace necesario para facilitar a la ciudadanía cualquier tipo de tramitación una vez se lleve a cabo la digitalización de la administración local.

No se está teniendo en cuenta la importante deuda social que todo ello ha generado y que seguirá generándose si no se es capaz de instaurar una plantilla municipal solvente y bien formada a todos los niveles y a la que se puede llegar si se evitan privatizaciones millonarias acordadas no por años, sino por décadas, que en modo alguno van a generar empleo, ya que cualquiera que sea la empresa contratada ésta va a aportar su propio personal y sus dineros no van a generar economía en nuestro concejo, como sería de esperar.

Quienes argumentan lo de la poda en una tarde, quienes se quejan de las calles sucias y malolientes festejando esta privatización, deberían mirar los impuestos que pagan y hacia donde van. IBI, viñeta, agua, saneamiento, basura… Que subirán sin duda, en cuanto haya la menor oportunidad. Y no, el camino no debe ser de comodidad, sino de exigencia, de mantener la dignidad y rechazar una medida que en nada nos va a beneficiar. Bueno vale, unas calles más limpias, unos jardines mejor atendidos, una arboleda mejor cuidada… Eso ya lo teníamos. En cambio, alguien se encargó de destruirlo, de dejar que se fuera muriendo poco a poco erigiéndose ahora en salvador, gestor y ¡privatizador! de una atención que durante años se desdejó porque había una deuda, en la que también participó, que pagar. ¡Pues no!

No es momento de privatizar, sino de recuperar la credibilidad, de ser coherente con el ideario que se dice defender y toca ser humildes, reconocer que es posible mantener el empleo público y dotar al mismo de los medios y formación necesaria para constituir una plantilla que a ninguna empresa privada le tenga nada que envidiar. ¿Cómo? Gestores hay que puedan decirlo, pero desde mi humilde opinión, al igual que los fondos EDUSI nos traen parques, aparcamientos y peatonalizaciones, otros fondos habrá, por ejemplo, los FEDER, que nos permitan dotar de formación, de maquinaria y de los medios necesarios a quienes estén o vayan a estar dentro de una plantilla que pueda desarrollar con eficacia cualquier tipo de tarea a realizar.

Tan solo es cuestión de voluntad y ganas de mejorar.

Compartir el artículo

stats