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José Manuel Ibáñez

Intromisión constante

Los datos con los que cuentan las empresas para su publicidad

Ya perdí la cuenta de las veces que he reflejado en estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA la constante intromisión de todo tipo de entidades en nuestras vidas. Todo ello pese a que existe desde hace años normativa europea que prohibía las llamadas telefónicas no solicitadas, incluidos los mensajes

A lo que cualquiera de nosotros puede observar –y sobre todo padecer– la citada prohibición resulta puro papel mojado, pues no hay constancia de que se lo tomen en serio, así que vayan ustedes a saber los intereses creados, o las presiones de los implicados que siguen a “lo suyo” sin que nadie les ponga freno, lo que hace que sigan insistiendo, e incluso aumentado si cabe.

La citada intromisión en nuestras vidas ocurre todo el año, pero en mi caso particular se acrecientan en coincidencia con el vencimiento de determinados seguros, multiplicándose sin respeto horario alguno con ofrecimientos diversos. El correo electrónico- –el mío lo tienen contadas personas– se inunda también de estudios comparativos con “las mejores ofertas”. Lo peor resulta que todo ello viene encabezado con tu nombre y apellidos, lo que significa la impunidad con que se trafica con los datos de todos nosotros, que no falta decir que deberían ser sagrados.

El buzón también suele estar atascado de correspondencia no deseada, ayer mismo recogí carta de empresa de audición donde me ofrecen “revisión gratuita”, la pregunta no es otra que quien coño les dijo que la necesito. Otro nuevo ejemplo similar a los anteriores.

Dejo a un lado a las personas que se ganan la vida con estos trabajos, que me dicen que resultan precarios y mal pagados, con los que trato de ser educado, pero eso no resulta óbice para coger un buen rebote, y sobre todo si la hora resulta intempestiva.

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