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Luis Alonso Vega

Desde la Meseta

Luis Alonso-Vega

Una historia de padrinos

El reencuentro después de muchos años con unos amigos

Al cabo de los años uno empieza a discernir los que son los buenos amigos y los simples conocidos. Al final, además, uno acaba quedándose solo con los amigos que acabamos titulando como íntimos. Tan importante es esta diferenciación que los separamos de lo que es la familia.

En esta última, la familia, metemos hasta a los padrinos, que muchas veces suelen ser amigos de los padres del recién nacido. Y esta es mi historia real, una historia de padrinos, ya pasada y hasta dolorida. Les cuento.

Mis padrinos era un matrimonio de profesión industrial, a su vez él hijo de industriales y hermano de otros dos dedicados a la misma profesión. Mis padrinos en un momento dado tuvieron dificultades económicas y se vieron metidos en juicios que terminaron en el cierre de su comercio. A consecuencia de ello, me vi afectado, pagué el pato y dejé de recibir el precioso bollo de Pascua que anteriormente venía recibiendo con puntualidad.

Tal ruptura desembocó en que yo acabase dejando de visitarles, dejando de enviar la clásica palma de Ramos. Y pasaron los años, yo me hice mayor y recordaba con cariño a mis padrinos. Con lo cual y gracias a la (ahora desfasada) guía telefónica conseguí su dirección y un buen día me acerqué a su casa. Mi padrino había fallecido unos días antes.

Vi a mi madrina y hasta cené con ella unos días después. A partir de entonces la visité con frecuencia hasta su defunción.

Esta historia se repite, porque los íntimos es algo no fácil de olvidar mientras uno vive y conserve la memoria.

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