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Francisco Palacios

Líneas críticas

Francisco Palacios

El alto precio de la corrupción

La polémica por el cobro de comisiones millonarias y la larga lista de derroches injustificados y fraudulentos

Hace unas fechas, el Grupo de Estados contra la Corrupción (Greco), dependiente del Consejo de Europa, emitía un contundente informe contra España por la falta de avances sobre las medidas recomendadas para prevenir la corrupción en los distintos organismos del Gobierno central. En el documento se subraya que no se hayan adoptado iniciativas para modificar el aforamiento de los políticos sospechosos de cometer delitos relacionados con la corrupción.

Y la Fiscalía Anticorrupción española tiene abiertas diversas diligencias de investigación por la compra de material sanitario durante la pandemia, detectando beneficios que pueden llegar hasta el 400% en determinadas empresas que intermediaban entre administraciones públicas y fabricantes chinos. El caso de Madrid, por el abusivo negocio de las mascarillas, revela la falta de escrúpulos de ciertos personajes y el deficiente control de unas instituciones que deben velar por los intereses del erario público.

Y los individuos implicados, con comisiones millonarias, no solo exhiben de forma hortera sus riquezas, sino que lo hacen con aristócrata y obscena altivez, acreditando que se reservan el privilegio de gozar de las cosas buenas de la vida, mientras que el resto de los humanos parecen existir únicamente para proporcionárselas.

Por lo general en España se suele censurar la corrupción ajena y se oculta o disculpa la propia. Ocurre asimismo que no hay respuestas expeditivas contras las prácticas corruptas, pero sí las hay contra quienes las denuncian. Una moraleja perversa. Por otra parte, en su libro “La patria en la cartera”, el juez y escritor Joaquim Bosch aborda el fenómeno de la corrupción en España a través de la historia, el derecho, la política, la ética o la sociología. Y aunque reconoce que buena parte de los políticos son personas honradas, advierte que la corrupción no solo implica casos aislados de enriquecimiento personal, sino que se trata de una patología estructural que empobrece y daña seriamente a toda la sociedad.

Y no se pude hablar de cuatro manzanas podridas: la corrupción ha dañado las principales instituciones del país”. Por lo que es urgente llevar a cabo profundas reformas que pongan coto a las endémicas y onerosas prácticas corruptas.

Bosch desvela en esta obra una larga lista de derroches injustificados y fraudulentos, muchos de los cuales han sido objeto de investigaciones judiciales y algunos ya han culminado con condenas penales. En esa relación ominosa llama la atención el caso de la construcción de las líneas nueve y diez del metro de Barcelona, que, partiendo de un presupuesto de 2.400 millones de euros, el gasto total ascendió a 17.000 millones.

Y otra cifra abrumadora: durante la etapa del llamado auge económico (de 1996 a 2007), los costes de lo gastado indebidamente en España había sido de 147.732 millones de euros: el 20% del Producto Interior Bruto (PIB). Resulta inimaginable lo que se habría podido hacer invirtiendo esos miles de millones en educación, sanidad, infraestructuras, prestaciones sociales.

Un personaje de una serie televisiva estadounidense decía que la corrupción no era una simple noticia, sino una clase de historia. Y que los tratos de favor a familiares y amigos de los gobernantes era una constante en la historia universal de la corrupción.

En su ensayo, Bosch sostiene también que muchos gobernantes han usado las proclamas patrióticas de tipo emocional para disimular un enriquecimiento infame que perjudicaba al país y a su ciudadanía. Es decir, “La patria en la cartera”

Finalmente, la corrupción tiene muchas aristas. En su sentido ético acudo a la reflexión que Sancho hace en “El Quijote” cuando proclama con orgullo que había entrado sin blanca como gobernador de la ínsula Barataria y sin blanca había salido, “bien al revés de como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas”.

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