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Javier García Cellino

Velando el fuego

Javier García Cellino

Espía como puedas

El uso del programa “Pegasus” para interceptar los móviles de los independentistas catalanes y de miembros del Gobierno

Los espías forman parte del imaginario colectivo desde siempre. Quién no ha soñado alguna vez con convertirse en un experto agente que consigue destapar importantes secretos que salvan a la humanidad, o como me ocurrió a mí en una ocasión (bastante fallida, por cierto, pues me confundieron con un vendedor de cupón de la ONCE), se disfrazó de espía por los Carnavales.

El listado de personajes famosos en este campo sería largo de enumerar. Así, y a bote rápido, como dice el tópico, me vienen a la memoria algunos que lo fueron en razón de sus características peculiares. Entre otros, Mata Hari, de la que habría que destacar el asombroso exotismo; Mark Felt, número dos del FBI, su “Garganta Profunda” en el caso Watergate; el Sr. Richebourg, reclutado como pasante de información durante la Revolución Francesa, de escasa estatura, 58 centímetros, gracias a la cual se disfrazaba de bebé y tapado con una manta cruzaba la frontera; o Ramón Mercader, enviado por Stalin para asesinar a Trotski, lo que consiguió tras ganarse la confianza del revolucionario ruso.

Si bien cada caso está revestido con algunas características propias, la esencia de la trama es siempre la misma. Este modo de operar se observa a la perfección en la película estadounidense de 1996, “Espía como puedas”, una parodia del género. En síntesis, La Agencia (CIA) convence a uno de sus agentes más experimentados para que vuelva al servicio por una causa justa. En este caso se trata de un enemigo presuntamente muerto hace quince años, y ahora manco, al que hay que eliminar antes de que consiga hacerse con el poder.

Una mirada a nuestro alrededor nos bastaría para observar que en la actualidad no ha habido muchos cambios. El Gran Sistema (la CIA y otros similares) siempre tienen en el punto de mira antagonistas peligrosos a los que combatir. La única diferencia reside en el tipo de armamento que se utiliza, pues de los originales disfraces de las historietas de Mortadelo y Filemón (ambos personajes trabajaban para la T.I.A.), o los microchips de James Bond y demás 007 con licencia para matar (casi siempre a enemigos de filiación comunista), se ha pasado a sistemas más sofisticados pero que, en realidad, persiguen siempre los mismos fines.

La última moda, por el momento, utilizada en nuestro país, lleva la silueta de un caballo alado, “Pegasus” (en la mitología griega “Pegaso”) y al que no sin razón se le compara ya con el caballo de Troya. El Gran Sistema, que siempre está alerta para luchar contra los presuntos enemigos, no ha dudado en utilizar un moderno software de ciberespionaje que, además, ha sido desarrollado con tecnología israelí (otro Sistema dentro del Gran Sistema). De modo que a través de llamadas realizadas con esta aplicación, sin que la víctima tenga siquiera que contestar, se infectan los móviles de los independentistas catalanes, al tiempo que se aprovecha para extender las escuchas hacia algunos miembros del Gobierno. Todo es válido con tal de desvelar los secretos de tantos mancos que siempre se dedican a molestar a las altas instancia de poder.

Lo peor de todo este asunto es que, quizás una vez más, queden sin limpiar las alcantarillas del Estado, lo que afecta directamente al nervio central de la democracia. Si bien, hay quienes creen que las alcantarillas y el Estado son la misma cosa. Habrá que preguntarle a “Pegasus”.

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