La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carlos Cuesta

Un galeno comprometido

La figura del médico y exalcalde del concejo de Caso Manuel García Pérez

En toda su labor profesional la filosofía de vida estuvo marcada por un esfuerzo y afecto al prójimo. Me refiero a Manuel García Pérez, un médico entregado a la causa popular de su concejo de Caso.

Durante más de tres décadas este facultativo de buena estampa y porte de caballero ejerció su vocación con amor y sentido del deber. Sus pacientes y parroquianos bien lo saben. Y entre la medicina intensa y sus debilidades por los estudios sociológicos y medioambientales de su terruño, todavía tuvo tiempo para desarrollar la política de proximidad siendo regidor local en una candidatura independiente en los primeros años de la democracia. En ese tiempo el municipio casín mejoró en infraestructuras y avances que se observaron en el quehacer diario de un enclave montañés y un tanto olvidado. Hoy Caso llora la muerte de un hombre íntegro y que concitaba la voluntad de todos. Su manera de ser y estar le granjearon alta estima entre los moradores de un concejo animado y atrayente. Y Don Manuel, como así le llamaban sus paisanos, respondió con el respeto y la sabiduría propias de una persona de bien. Tengo muy buenos recuerdos de momentos de charla y sentimiento en algunos de los reductos públicos de El Campu, donde se entretenía en las tardes largas y frías del invierno jugando a los naipes con sus amigos. Y en ese parlamento sereno y directo sobresalía la fuerza intrínseca de la persona formada y conocedora de la realidad local. Su colega y amigo Vicente González de Cangas refrenda mis palabras entre sollozos e impotencia por la ausencia de un ser querido. La vida es principio y final, una continua transformación que nos va moldeando y marcando una trayectoria que nos define. Y el camino existencial de este galeno sujeto a la “cultura de la montaña” estuvo rodeado de buenos tiempos y enganchado a su familia numerosa, su enorme capital. Manuel García Pérez cumplió con creces con su labor médica, fue feliz a su manera, disfrutó de los placeres vitales, formalizó excelentes amistades, se renovó como empresario del pan y los suspiros y se dejó querer por un territorio con belleza y embrujo.

La geografía de aquí se queda sin metáfora, se queda rota por una triste desaparición, por un halo del destino. Y ya no será lo mismo. Hay pesar en el ambiente, hay odas al cielo, hay palabras de consuelo y la memoria se llena de lágrimas ante la mirada eterna de un gran hombre.

Compartir el artículo

stats