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Francisco Palacios

Líneas críticas

Francisco Palacios

Fútbol y azar

La gran cantidad de factores impredecibles y aleatorios que influyen en los resultados deportivos

El Real Madrid se ha proclamado en París campeón de Europa por decimocuarta vez en otro partido sorprendente, culminando de este modo la racha favorable de sus anteriores eliminatorias. Triunfos agónicos que han contribuido sin duda a acrecentar su leyenda deportiva. Así lo subrayó el entrenador del Liverpool, Jürgen Klopp, tras la derrota: “Felicidades al Madrid, se lo merecen, son la realeza de Europa”. Y en algún periódico nacional se le dio una trascendencia casi metafísica al triunfo: “La gloria del Madrid es infinita”.

Se ha generalizado el mito de las increíbles remontadas del Madrid en la competición europea. Ya se sabe que una de las mayores sorpresas del fútbol es precisamente realizar lo que en principio parecía imposible. De ahí nace la llamada “leyenda blanca”.

De todas formas, en el fútbol hay siempre un componente aleatorio e irracional que no se puede controlar. Tras la derrota del Manchester City en la semifinal frente al Madrid, Guardiola reconoció que esta competición había empezado a mostrarle el verdadero significado del caos. Le había enseñado lo imprevisible que es el fútbol. Lo determinante que puede ser el azar en el resultado de un partido, incluso cuando el equipo derrotado se presente de antemano como muy superior.

Y esto lo dice Guardiola, defensor de la llamada “geometría del tiki-taka” que tantos triunfos deparó a los equipos que ha entrenado, sobre todo al Barcelona. Y que está considerado como uno de los mejores entrenadores del mundo. Pues bien, una de las constantes de su sistema táctico consiste en colocar a los jugadores en el campo siguiendo los conocidos diagramas del Georgui Voronói y de las triangulaciones de Boris Delaunay, ambos famosos matemáticos rusos. Un esquema operativo que trata de dominar el juego el mayor tiempo posible. Un sistema en el que lo cerebral debe imponerse sobre la improvisación. La calidad y la condición física de los jugadores son también imprescindibles.

De cualquier forma, por mucho que se mejore su control, el fútbol nunca podrá ser una ciencia exacta. Ni siquiera aproximada. Siempre dependerá de los errores y de los aciertos humanos, tanto de los futbolistas como de los árbitros. O del reciente invento del videoarbitraje (VAR). Lo que no excluye que los mejores equipos tengan más opciones de triunfo.

Sobre el tema se ha realizado un estudio de 1.200 partidos de la Bundesliga (Liga alemana), llegándose a la conclusión de que el 40% de los goles son el resultado del azar, de errores no forzados, aleatorios, imprevisibles. Ese porcentaje es aún mayor en las ligas portuguesa y española. En esta investigación se constató también que los errores más frecuentes de los futbolistas se producen en los últimos veinte minutos del juego. Conclusión: los resultados futbolísticos dependen de innumerables factores, buena parte de los cuales es completamente impredecible e incontrolable.

Por tanto, el secreto de los recientes triunfos del Madrid en la competición europea se deben a causas azarosas sorprendentemente repetidas. Y las explicaciones heroicas sólo hacen alimentar la leyenda de las llamadas “noches mágicas” madridistas: el mito de una especie de caos arrollador que triunfa sobre cualquier orden futbolístico basado en la lógica del buen juego. Y ese sentido identitario, épico e irracional del fútbol es lo que sin duda contribuye a su desmesurada y universal popularidad.

En definitiva, sin tener en cuenta valoraciones de otra índole, en el fútbol se puede jugar bien, pero el reconocimiento se otorga siempre al ganador, pues solo los campeones gozan del honor de la gloria. Es la ley de oro del fútbol, ese deporte “insoportablemente humano”, según Valdano.

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