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Tribuna

El pan nuestro de cada día

A Luisma García Vega, in memoriam

No es una oración a dios alguno, en los que no creo. Es el agradecimiento y reconocimiento a una persona que la muerte se ha llevado a traición.

Un reconocimiento y un agradecimiento que a través de él lo hago extensivo a todas esas personas que cada día recorren kilómetros por carreteras secundarias y locales, incluso caminos y caleyas que para muchos serían imposibles, para llevar el comercio del que no disponemos, a quienes habitamos el mundo rural.

Es un recuerdo agradecido para Luisma, quien desde hace años nos acercaba a la puerta de casa en Caliao nuestro pan de cada día, ese pan que va acompañado de periódico, huevos, leche, otros productos de obrador y también los recados de la farmacia y los "paquetes" y envíos que dejan en su panadería para que nos lleguen a donde otros no llegan.

Un "pan" que siempre llega, venciendo pandemias, nevadas, diluvios, festivos… Luisma siempre llegaba, como lo hacían (y lo hacen hoy) sus familiares, quienes lo relevaban en sus descansos o en algún cambio de ruta.

La noticia de su muerte nos deja desolados. Echaremos de menos su campechana y escueta conversación de cada día y esa mirada de reojo a "Terry", que también te extrañará a pesar de vuestra curiosa y mutua desconfianza y seguirá ladrando a la furgoneta cuando llegue para recordarnos que nos faltas.

El pan y el periódico rezumarán lágrimas de pérdida inconsolable para la familia durante algún tiempo y los "Suspiros del Nalón" llevarán por los caminos de tus rutas habituales el eco de tu asusencia.

Gracias Luisma, que la tierra te acoja con el calor de quienes te apreciamos.

Y también desde aquí enviamos un abrazo de dolor compartido para toda esa familia que nos alimenta desde la panadería de Campu Casu.

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