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Javier García Cellino

Velando el fuego

Javier García Cellino

Perplejidad ciudadana

El proceso de primarias puesto en marcha por los afiliados a la agrupación socialista de Gijón

Comienzo con una aclaración. Las personas de esa tertulia a la que me he referido en tantas ocasiones, y que nos reunimos en el bar donde acostumbro a tomar mi primer descafeinado mañanero, al que cito con frecuencia en estas páginas, tienen (o mejor, tenemos) dos características comunes.

De una parte, la irregularidad de nuestros encuentros, pues no hay un día prefijado; si bien, del mismo modo, hay que señalar que el grupo (entre cuatro y seis personas, amén de algún que otro improvisado tertuliano) se junta al menos una vez a la semana. Por otro lado, en general no hay mayores reticencias hacia el ejercicio de la política y hacia quienes nos gobiernan. Están convencidos (estamos) de que se trata de una actividad noble y, a la vez, necesaria, y que, además, no todos los políticos visten el mismo traje de faena. Así que impera siempre el mayor de los respectos hacia quienes se encuentran en el puente de mando.

Dicho esto, cuando hace unos días entré en el bar, el debate giraba en torno a lo que estaba sucediendo en Gijón con motivo de la recogida de firmas por parte de un grupo de militantes socialistas que, al parecer, no se encuentran satisfechos con la labor que hasta la fecha lleva desarrollando la actual Alcaldesa. Todo lo cual, parece que apunta a que pudiera haber algunas personas dispuestas a presentar otra alternativa en las próximas elecciones municipales.

Hasta aquí, me aclararon mis contertulios cuando me senté a la mesa, todo parece normal. Nadie dudaba del trabajo de la actual Alcaldesa, que, a buen seguro, convinimos todos, intentaría ser lo más provechoso posible. Y que, por tanto, con las luces y sombras normales en situaciones así, ya se merecía una buena consideración.

Sin embargo, lo que ya resultaba extraño es que se hubiera armado tal alboroto solo porque, con la legalidad en la mano, quienes se muestran disconformes con el quehacer de la Alcaldesa intenten promover otra opción diferente con la convocatoria de primarias.

Puestos a barajar alternativas democráticas, pronto nos pusimos de acuerdo en que tanto daba que en un momento determinado nadie se presentara como recambio o que, por el contrario, fueran una o varias las piezas que quisieran remover la maquinaria. Es más, matizó uno de los presentes, a mi juicio, cuando más variedad haya para elegir, mejor que mejor. Eso sí, se apresuró a matizar, siempre que se haga desde la lealtad y el respeto estatutario.

No sucedió como en otras ocasiones, donde afloran distintas sensibilidades en los debates, puesto que todos estábamos de acuerdo en lo manifestado por nuestro compañero. Si la pluralidad es un concepto que gusta a todos, también a todos corresponde (ahora quien hablaba era otro tertuliano distinto) cumplir con la misma.

La perplejidad que comenzamos a sentir se hizo carne en unos minutos de silencio, que cada cual aprovecho a su manera: pedir otra consumición, ir al baño… Tras un rato, y visto que nadie se decidía a decir nada (lo obvio necesita pocas explicaciones), nos levantamos de la mesa. Durante el regreso a casa, reforcé mi convicción de que no todos los políticos son iguales, pero, a un tiempo, no pude evitar morderme los labios.

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