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Javier Antuña

Tribuna

Javier Antuña

"Gruesome Stuff Relish"

El grupo mierense, prolífico en cuanto a creación musical, que practica estilos poco conocidos, el grindcore y el death metal

"Mieres grinders are back" es el lema que encabeza uno de los últimos trabajos discográficos (Kill Baby Grind, 2021) de esta banda del Caudal de larga y fecunda trayectoria musical. Y aunque a buena parte de los habitantes de este concejo, y con toda probabilidad del resto de Asturies, no les suene este grupo, es de justicia reconocer que estamos probablemente ante la formación mierense –exceptuemos a Víctor Manuel– con mayor número de discos publicados. Quince elepés, otros tantos singles/epés –la totalidad en solitario, aunque algunos pocos son compartidos con otras formaciones "hermanas"– y tres recopilatorios –grabados en Vegadotos o en sus estudios personales– son que sepamos su, hasta el momento, abultado legado musical. Ediciones que se reparten a lo largo del mundo, no exageramos, en la triada clásica, en cuanto a formato nos referimos, de vinilo, cedé y casete.

"Gruesome Stuff Relish"

Formados en Mieres en 1999, provenientes de bandas como "Repugnance" o "VADHR", cómo ya es fácil de imaginar, se enmarcan en la denominada escena grindcore y death metal, de hecho, en redes sociales se definen como "Gore Grind and Death Metal band from Spain". Se caracterizan por una amalgama de distorsionados riffs de guitarra que emparentan con el punk y el hardcore –en ocasiones con reconocibles punteos de guitarra– así como el uso de una desgarradora voz en tono grave que lanza profundos alaridos, en su caso para narrar historias de zombis, así como un sin fin de bizarros e imposibles argumentos eróticos, thrilers extremos… conformando un producto final no apto para oyentes conservadores que rechacen cualquier acercamiento a nuevos, y con toda seguridad para la gran mayoría, nunca explorados sonidos. Aunque no se engañen, detrás de tal magma interpretativo a poco que se escarbe encontraremos la estructura "típica" de cualquier canción pop, eso sí con su indiscutible e inigualable –en Asturies, España y resto del mundo– impronta estilística.

Sus directos, de los que han dado cuenta en países como USA, Francia, Alemania, Holanda, UK o Chequía, dentro de los más reputados festivales de metal que en ellos se celebran –han tenido ofertas para tocar en Australia y Japón, pero imponderables razones personales y profesionales se lo han impedido– son breves pero intensos y no dejan indiferentes, más allá de gustos, a ninguno de los asistentes. En varios de estos países han publicado buena parte de sus discos, alcanzado ventas nada desdeñables, así como más que favorables críticas, para el estilo tan minoritario que ejecutan.

No cabe duda de que "Gruesome Stuff Relish" practican una música totalmente alejada de los cánones sónicos más ortodoxos aun comparándola con el rock duro y sus derivaciones más conocidas y convencionales. Tampoco el contenido de sus letras "les acerca" al público generalista. Pero no podemos dejarnos engañarnos por los sonidos más mainstream –en ocasiones vendidos como vanguardia– en los diferentes subgéneros en los que el rock y el pop se ha ido ramificando en las últimas décadas. Y es que detrás de muchas de las "bellas melodías" y los "sonidos más pulidos" que acaparan ventas y reproducciones millonarias aflora, a poco que profundicemos un poco, el machismo, el adocenamiento cultural, el consumismo exacerbado o el etnocentrismo occidental. Valores poco recomendables para una pacífica y sostenible existencia de nuestro planeta, pero que bajo el envoltorio de las producciones sonoras de las multinacionales los digerimos sin problema.

No es el caso de "Gruesome Stuff Relish", ellos tienen claro el continente y el contenido de su discurso musical. No engañan a nadie. Y es que como encabezan otro de sus trabajos discográficos son "100% massive gorephonic sound guaranted". O lo tomas o lo dejas, pero que los prejuicios no te impidan acercarse a su arte. Siendo deseable que desde las instancias municipales del consistorio mierense –"estaya" de cultura– se facilitase tal acercamiento. Y es que no deja de ser paradójico que una banda con tal recorrido haya tocado en su municipio en muy contadas –puede que los dedos de una mano nos sobren– ocasiones. No obstante, siempre queda la iniciativa privada que, en estos menesteres estéticos de cariz "underground", y aunque pueda extrañar, suele encontrar un más que aceptable respaldo.

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