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Ernesto Burgos

de lo nuestro Historias Heterodoxas

Ernesto Burgos

Las mentiras del bandido Tolena

Las vivencias de Antonio Martínez Pérez, bandolero a mediados del siglo XIX en Lena y Quirós, y soldado traidor en las guerras de Cuba

El domingo 28 de enero de 1973 el recordado periodista Constantino Rebustiello publicó una crónica sobre el bandido Tolena, natural de Armá. que a mediados del siglo XIX se convirtió en una pesadilla para los aldeanos de las montañas de Lena y Quirós. Tolena, quien era en el registro civil Antonio Martínez Pérez, recibió su apodo cuando siendo niño su madre le solmenó una fenomenal paliza porque se quedó dormido cuidando unas vacas y estas invadieron el maizal de un vecino. Entonces las zurras solían llamarse tollinas en castellano y tolenas en asturiano, y así empezaron a llamarlo sus amigos.

Rebustiello pudo conocer a uno de sus nietos que en aquel momento ya tenía setenta años y recogió las anécdotas que este le contó. Antonio Martínez fue un rapaz listo al que ni el maestro ni el cura de su pueblo pudieron convencer para que estudiase en el Seminario; en vez de eso quiso vivir dando un braguetazo con una rica de La Barraca, pero una tarde, enfadado por el poco dinero que le daba, cuando volvían de una fiesta la dejó caer a un río que cruzaba con ella en brazos.

No sabemos sí su intención era simplemente ponerla en remojo o matarla, pero ocurrió esto último y cuando acudió a reclamar su herencia la familia se la negó. De modo que apuñaló a un cuñado cura y se echó al monte con otros dos pájaros de la zona para dedicarse al lucrativo negocio del asalto de diligencias, especialmente en el paso de Pajares.

En 1857, la partida cruzó la línea roja matando a dos vaqueros que les hicieron frente cerca de Reconcos. Entonces el ejército salió en su busca y no tuvo piedad con los asesinos, de manera que cuando los encontraron solo Tolena sobrevivió y fue encerrado en la cárcel de Pola de Lena de dónde logró escapar antes de ser juzgado. Tras una segunda persecución, esta vez quisieron asegurarse y lo acribillaron cerca de Muñón Fondero dándole por muerto.

En este punto, la peripecia del bandolero se mezcla con la leyenda porque el supuesto cadáver desapareció cuando lo bajaban en una carreta para que fuese expuesto públicamente. Entonces Tolena ya había tenido un hijo con otra joven de Armá que le guardó luto hasta que seis meses más tarde apareció en su casa, como un fantasma, para entregarle cincuenta pesetas y anunciar que se iba a las Américas.

El 10 de octubre de 1868 empezó en Cuba una guerra que se iba a prolongar diez años costando a España 100.000 muertos y 14.000 inválidos. Unos meses más tarde, ante la falta de efectivos y las abundantes deserciones, la Diputación asturiana organizó un batallón de voluntarios para enviar a la isla. No se iba a preguntar a nadie por su pasado y las condiciones eran buenas: 500 reales al firmar, 500 al partir y otros 1.000 al concluir la campaña. Se trataba de una oferta atractiva para evitar la miseria que se vivía en la época y muy pronto un millar de asturianos, entre los que se contaba Tolena, ya estaban preparados para la salida.

Sin tener en cuenta los malos augurios, el batallón "Covadonga" juró bandera el día de los difuntos; los flamantes soldados disfrutaron de un buen banquete que para algunos fue el mejor de su vida y después, ante la imposibilidad de realizar un embarque de tal envergadura en los puertos asturianos, fueron trasladados hasta Santander donde el día 15 de noviembre de 1869 iniciaron el viaje que los llevó hasta La Habana.

En cuanto desembarcaron, aquellos jóvenes del batallón “Covadonga” recibieron sus armas y no tardaron en incorporarse a la lucha, y así lo hizo también nuestro bandido, aunque había acumulado tanto resentimiento hacía el Ejército español que no dudó en elegir el bando contrario.

El presbítero Vicente José González García, en su libro “La Casa de Quirós” publicado en 1958, lo incluyó como uno de los personajes característicos de ese concejo, ya que a pesar de haber nacido en el de Lena compartió sus correrías por las montañas de los dos y, obviando el pequeño detalle de que Tolena era un traidor, quiso resaltar la anécdota que vino contando un quirosano licenciado de aquella sangrienta guerra.

Según el testimonio de aquel veterano, en una ocasión había caído prisionero de los mambises que lo ataron a una palmera con intención de fusilarlo, pero lanzó un grito desesperado cuando el pelotón ya estaba listo para disparar: "Por la Virgen de Alba, no me matéis". Entonces el jefe de los insurrectos lo abrazó y le dio la libertad con estas palabras: "Bueno muchacho, embárcate para España y dices a tus paisanos que te salvó la vida Tolena el de Armada".

Rebustiello también se hizo eco de este suceso y prosiguió su historia con una novedad que nunca había sido publicada. En 1920, el hijo del bandido recibió una carta desde Cuba en la que su padre, ya muy anciano, se interesaba por su familia. Dando por hecho que su amor de juventud habría fallecido, pedía una fotografía de sus posibles descendientes y estos se la enviaron siendo conscientes de que estaban complaciendo la voluntad de un infame. En aquella misiva, Tolena contaba como había sido su vida: tras alistarse en un batallón mandado por el famoso cabecilla Antonio Maceo, fue pronto capitán y luego ascendió hasta general haciéndose famoso por una batalla librada cerca de Camagüey donde se erigió una estatua en su honor.

Así lo dieron por bueno tanto sus familiares como el propio Rebustiello y Tolena pasó a la historia local como un general heroico con su propio monumento. Pero ha corrido el tiempo y ahora a los investigadores ya nos resulta muy fácil comprobar aquellos datos que en la década de 1970 había que aceptar cruzando los dedos: ni Antonio Martínez Pérez fue general, ni en Camagüey existe esa estatua. Y seguramente, si combatió a las órdenes de Maceo fue mucho más tarde, ya que este no llegó a sargento hasta mayo de 1869 y fue ascendido a capitán en enero de 1871, por lo que difícilmente pudo hacer llegar a su mismo grado al bandido lenense.

Sí es verdad que muchos españoles, especialmente catalanes, canarios, gallegos y andaluces, se pasaron al bando contrario, pero muy pocos hicieron carrera militar. En el año 2000, Efraín Canella y José Luis Campal firmaron en un boletín especial publicado por el RIDEA sobre Asturias y el 98 el artículo "La milicia asturiana en la guerra de Cuba: 12 perfiles biográficos", donde se recogen las biografías de aquellos que tuvieron alguna responsabilidad en esta contienda.

Entre ellos leemos algunos nombres que lucharon del lado de los mambises como el llanisco Félix Ruenes, el coronel allerano Celestino Baizán Lobo, a quien ya he dedicado una de estas historias heterodoxas, o el gijonés Valentín Menéndez que mandó un escuadrón de caballería muy activo, compuesto en su gran mayoría por voluntarios negros y perdió su vida por la independencia cubana, pero en esta lista no aparece Antonio Martínez Pérez “Tolena”.

Y en cuanto a la batalla que motivó el supuesto monumento hay que decir que Camagüey fue una zona en la que hubo enfrentamientos en las tres guerras hispano-cubanas: la Guerra de los Diez Años (1868-1878), la Guerra Chiquita (1879-1880) y la última, que José Martí denominó Guerra Necesaria, iniciada en 1895 y que finalizó en agosto de 1898, cuando tras la entrada de Estados Unidos en el conflicto España perdió definitivamente la colonia.

El mayor de estos combates fue la batalla de Las Guásimas desarrollada desde el 15 al 19 de marzo de 1874 entre 3.000 españoles mandados por el brigadier Manuel Armiñán y los insurgentes del general Máximo Gómez, que fue el vencedor y, en consecuenci,a es el que verdaderamente se recuerda en una estatua ecuestre que actualmente es uno de los atractivos turísticos de Camagüey. Evidentemente, por bien que se le hubiese dado, en aquel momento Tolena todavía tenía que estar muy lejos del generalato.

Al contrario, si tenemos en cuenta la pésima reputación del de Armá, su falta de escrúpulos y el desprecio que los españoles de la isla sentían hacia los traidores, debemos suponer que en el periodo de entreguerras tuvo que permanecer oculto y sobrevivir dedicado a las mismas malas artes que había perfeccionado en Asturias

Por otro lado, nunca sabremos si fue verdad su piadosa acción con aquel soldado quirosano al que la tradición pone el nombre de Alberto, pero antes de dar por buena su devoción a la Virgen de Alba, tampoco podemos olvidar que una de las primeras acciones del bandido Tolena fue el apuñalamiento de un cura. Es lo que hay.

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