Hace un tiempo escribí una columna sobre los abusos, ¿se acuerdan?. Sí, porque no hace tanto tiempo. En esta ocasión, una madre despiadada, disueltas en un vaso de leche, le dio a su hija de seis años, unos barbitúricos que, por su cantidad desproporcionada, le causaron la muerte.
Dícese que unas horas antes, dicha madre envió un mensaje a un hermano anunciándole que primero mataría a la niña antes que entregársela al padre: duro final, como así llevó a cabo.
Un padre que luchó ocho años por conseguir la patria potestad y días antes de concedérsela, antes de entregársela, lo dicho, la madre acaba con la vida de Olivia. Referida progenitora denunció reiteradamente a su exmarido por malos tratos cuando le correspondía tener a la hija. Vamos, fue una permanente lucha sin cuartel.
El comportamiento de Olivia siempre ha sido ejemplar en toda su corta vida, donde dejó un extraordinario recuerdo allá por donde pasó, tanto en sus dos primeros años de guardería, como en el colegio donde después asistió.
Su padre, a pesar de la tragedia, dio unas muestras de serenidad que nos dejó a todos pasmado. Solo en algunos momentos se le puso un nudo en su garganta, pero nunca de rabia hacia su exesposa, la cual se encuentra en la cárcel en espera de un juicio y justa sentencia.