Dando la lata

Cuidados

Democracias amenazadas por actitudes y regímenes dictatoriales

Ricardo V. Montoto

Ricardo V. Montoto

Supongo que estaremos de acuerdo en que sorber y soplar al mismo tiempo es complicadísimo, por no decir imposible.

Bueno, pues los que tan preocupados se muestran por el avance del radicalismo liberticida poco se afanan en el cuidado y respeto de los regímenes democráticos. Los estados autoritarios mantienen su firmeza y captan nuevos adeptos en tanto que el mundo libre ha entrado en grave crisis de insensatez.

Lo que vemos y oímos cada día no transmite la sensación de que el sistema democrático español goce de una espléndida salud. Ni mucho menos. Los otrora ejemplares británicos tienen el suyo patas arriba; Estados Unidos está partido por la mitad y con una división interna preocupante; la Unión Europea muestra una lamentable debilidad, pareciendo más una construcción de cartón piedra que un edificio robusto, y las endebles democracias centro y suramericanas se mantienen más en el aire que afianzadas. O sea, la libertad está en claro retroceso.

Y no vemos a los líderes del llamado mundo libre ni a los grandes poderes asentados en él dar el menor ejemplo ni actuar en defensa de lo que tanto costó lograr. Al contrario, el dinero de las dictaduras nos está comprando, apoderándose de sectores vitales. Lo de los clubes de fútbol es una llamativa anécdota.

Pero mientras nuestros representantes políticos estiran descaradamente su penoso teatrillo, regímenes autoritarios toman el control de empresas y negocios claves: alimentación, energía, información, construcción, banca… Y, lo que aún es más dramático, demasiados ciudadanos libres se sienten cada vez más atraídos por unas corrientes populistas que aseguran tener soluciones simples a problemas complejos. ¿Cómo? Pues con herramientas que no declaran: control, dominio, uniformidad y vaciado de la democracia.

En los países libres se vive mucho mejor pero requieren más cuidados. La dictadura es simple: manda uno y los demás obedecen, por las buenas o por las malas. Tensar las cuerdas hasta los límites de su resistencia y golpear violentamente las paredes del hogar común nos conduce a la desprotección, la debilidad y la pérdida de nuestra libertad. Imperdonable.

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