Pasado imperfecto

Aquella efímera república

Se cumplen 150 años de la primera vez que se proclamó este régimen político en España, una experiencia de 22 meses

Francisco Palacios

Francisco Palacios

Se han cumplido 150 años de la proclamación de la Primera República española. Un régimen que no llegó a durar los dos años: entre febrero de 1873 y diciembre de 1874. Y en el que se suceden más conflictos y cambios que en ningún otro período de la España contemporánea. Por ejemplo, tuvo que hacer frente a tres guerras civiles al mismo tiempo: la cubana, la carlista y la cantonalista.

Por otra parte, la irrupción republicana tuvo una gran repercusión en Langreo, donde también se producen en poco tiempo una sucesión de significativos acontecimientos.

En tal sentido, el 1 de mayo de 1873 se declara en Langreo una huelga secundada por unos dos mil mineros, extendiéndose pronto a diferentes pozos hulleros de Mieres y a la fábrica de Duro y Compañía. La huelga se originó en una coyuntura muy favorable para la minería y la siderurgia en Asturias, como efecto de la guerra carlista que había paralizado la siderurgia vasca. Lo que sin duda contribuyó a que los huelguistas obtuvieran "un triunfo completo en sus reivindicaciones", llegándose a duplicar los salarios tanto en Langreo como en Mieres.

En este conflicto tuvo una gran influencia el ideario socialista de la I Internacional, que se propagó en Langreo a través del Casino de Obreros de La Felguera, vinculado al Comité Republicano Federal. En el acto inaugural, Tomás Mendoza Marrón, su presidente, arenga a sus correligionarios para que se asocien política y societariamente, recomendándoles con vehemencia casi religiosa la lectura de periódicos, folletos y libros. Así como que abandonen el prurito de hablar sin conciencia de lo que se dice y que no entablen cuestiones miserables de localidad, refiriéndose a la arraigada rivalidad entre Sama y la Felguera.

Asimismo, el Casino de Obreros era el único de Asturias que tenía biblioteca y sala de lectura. Por eso, en el verano de 1873, Mendoza Marrón se dirige al ministro de Fomento solicitando libros con apasionado entusiasmo : "Tres mil obreros del carbón y del hierro por mí os piden ese favor. No dudéis de su amistad política republicana. No dudéis de su amor a leer. Que lean, ciudadano ministro. Leyendo para ser útiles a la patria".

El ideario del Casino de Obreros representaba el espíritu selecto de un republicanismo ilustrado e idealista, propagando una suerte de armonía social frente a la lucha de clases. Un empeño que se reveló utópico, sobre todo cuando surgen las primeras organizaciones obreras en Langreo (socialistas y anarquistas) a finales del siglo XIX.

Asimismo, durante la Primera República, fuerzas carlistas sitiaron y ocuparon Sama y La Felguera el 5 de enero de 1874. En principio les hicieron frente un pequeño grupo de voluntarios llamados "cipayos" o "defensores de la libertad", dirigidos por alcalde republicano Celestino Cabeza. En la refriega murieron varias personas, entre ellas, la mujer de Tomás Mendoza Marrón, dueño entonces de una farmacia en Sama. Al estar en manifiesta inferioridad, los defensores del concejo huyeron, mientras que los carlistas quemaban el edificio del Ayuntamiento: las llamas destruyeron también el magnífico archivo municipal.

Por último, destacados políticos nacionales estuvieron relacionados con Langreo en este período. Así, Estanislao Figueras, primer presidente ejecutivo de la I República, fue dueño de una mina de carbón en Ciaño. Y el último presidente, Francisco Serrano, era buen amigo de Pedro Duro, que solicitó la ayuda del político en varias ocasiones, especialmente cuando los carlistas se adueñaron de la fábrica.

En suma, la I República fracasó por el comportamiento irresponsable de las élites políticas más preocupadas de proteger sus intereses particulares o de partido que de consolidar el muevo régimen. Y fue precisamente Estanislao Figueras, harto de debates estériles, el que gritó en catalán una frase mítica cuando presidía un Consejo de Ministros: "Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!". Un panorama que apenas ha cambiado siglo y medio después.

Suscríbete para seguir leyendo