de lo nuestro Historias Heterodoxas

Un complot imposible

Los acontecimientos de 1933 que ligaban al Movimiento Español Sindicalista-FE y a afiliados de la CNT

Ernesto Burgos

Ernesto Burgos

Hoy voy a hablarles de fascismo y antes de nada debo aclarar qué significa realmente este término, ya que actualmente está descafeinado y se utiliza sin rigor para calificar a cualquier persona de derechas o incluso de izquierdas, si se desvía un ápice del marco de la corrección imperante.

El fascismo es una ideología que nació en Italia en 1919, al final de la I Guerra Mundial, y llevó al poder a Benito Mussolini basándose en el autoritarismo, el corporativismo y la oposición al marxismo, el anarquismo, el liberalismo y la democracia; aunque, según Umberto Eco, otras de las características que ha ido adquiriendo son el miedo a los diferentes, el desprecio a los intelectuales, al pacifismo y a los débiles, el machismo, el culto a la muerte y algo que cada vez se asume con más normalidad en nuestros días: dar más importancia a la voluntad común que a la voluntad individual.

En España hubo distintos líderes que compartieron este pensamiento y dirigieron sus propios partidos, pero entre todos sobresalió José Antonio Primo de Rivera, quien en la primavera de 1933 fundó, junto al escritor Rafael Sánchez Mazas, Julio Ruiz de Alda y Dionisio Ridruejo, entre otros, el Movimiento Español Sindicalista-Fascismo Español (MES-FE). Pero José Antonio tenía prisa y no tardó en darse cuenta de que un partido puramente fascista tenía poco recorrido en este país.

Entonces dio con la clave del éxito planteando un nuevo proyecto estrictamente español basado en reivindicar las glorias imperiales y el sentimiento religioso, para lo que no dudo en pactar con otros sectores monárquicos y aprovechó las siglas F. E. transformándolas en Falange Española.

El 29 de octubre de 1933, se celebró en el Teatro de la Comedia de Madrid el acto fundacional del nuevo partido al que ya acudió una representación de nuestra región y, un mes más tarde, Falange Española en Asturias presentó sus estatutos al Gobierno Civil y formó la Junta de Mando compuesta por Leopoldo Panizo, Rafael Fernández, Juan Junquera, Juan Francisco Yela Utrilla y Celso García de Tuñón. Luego la historia siguió su curso, pero hoy les voy a hablar de un episodio previo protagonizado por los pioneros del Movimiento Español Sindicalista-FE en la Montaña Central.

Se ha escrito que la primera manifestación pública del fascismo en Asturias se produjo en el mes de agosto de 1933, cuando siete estudiantes fueron detenidos en Oviedo, tras unos enfrentamientos callejeros, después de haber distribuido en el campo de San Francisco unas octavillas firmadas por este grupo que contaba también con una pequeña estructura en otras partes de Asturias y sobre todo en el Club de Regatas de Gijón; sin embargo, no podemos ocultar la historia y aunque no nos guste debemos decir que la primera noticia que tenemos sobre la presencia de este movimiento en nuestra región se produjo antes y debemos situarla en Langreo y no en Oviedo.

El verano de 1933 fue uno de los periodos más complicados en la historia de la II República, en el que coincidieron los constantes enfrentamientos entre grupos rivales que se multiplicaban en las calles con un incremento de la violencia anarquista y los actos de propaganda fascista; todo ello adobado con un incesante rosario de bombas a las que en muchos casos aún resulta difícil ponerles autoría.

Un complot imposible

Un complot imposible / Ernesto Burgos

En medio de esta ambiente, a las cuatro de la madrugada del martes 25 de julio de 1933, la fuerza pública realizó una gran redada en Madrid que dio como resultado la detención de un centenar de individuos. Todos fueron llevados hasta el penal de Ocaña y la Cárcel Modelo y los diarios dieron la noticia de que esta intervención se debía a un chivatazo gracias al cual se había desarticulado un complot contra la República, pero lo más extraño es que cuando los periodistas trataron de saber lo que ocurría se les dijo que "se trataba de un supuesto movimiento contrario al régimen en el que están implicados los elementos de extrema derecha y extrema izquierda".

Lo cierto es que por toda España se registraron y clausuraron tanto centros católicos como anarquistas y se multiplicaron las detenciones de unos y otros, incluyendo a obreros, estudiantes, directores de periódicos, diputados y varios sacerdotes, algunos tan conocidos como el Padre Gafo. Esta mezcolanza ya deja perplejo al historiador, pero la sensación de extrañeza aumenta al leer algunas informaciones como lo ocurrido en la provincia de Cádiz: "Esta madrugada detuvo la policía a varios individuos de la F.A.I. y de la derecha entre los que figuran tres militares retirados y Ruiz Pereira, uno de los que estuvo confinado en Villa Cisneros (...). Se dice que se trata de un movimiento de carácter comunista y nacionalista con el apoyo de las derechas".

Asturias tampoco fue una excepción en este panorama y aquí tanto cenetistas como fascistas también fueron llevados a comisaría. Aunque en este caso, después de estudiar las informaciones publicadas en aquellos días, creo que ese acuerdo entre contrarios nunca se dio y lo sucedido fue la coincidencia en el tiempo de la acción directa provocada por elementos anarco-sindicalistas en el curso de un tremendo conflicto laboral, con un movimiento de agitación fascista que pretendía medir hasta dónde estaban dispuestos a llegar sus afiliados.

Entonces se estaba viviendo en el Nalón una huelga interminable que afectaba directamente a 2.100 obreros de Duro Felguera e indirectamente a otros muchos de empresas secundarias, como Ibérica del Nitrógeno. Después de ocho meses de paro, el hambre ya había obligado a muchas familias a mandar a sus hijos con los parientes de otros concejos, ante la imposibilidad de darles ningún alimento, porque los comercios locales que habían fiado sus mercancías ya eran incapaces de pagar a los mayoristas y estaban desabastecidos.

Esto hizo que aumentase la tensión y, tras la colocación de algunos petardos, en la madrugada del domingo 23 de julio fueron detenidos en Asturias cuarenta sindicalistas de la CNT y clausurados los principales centros obreros, entre ellos el de La Felguera. De aquí se llevaron a César Fanjul, Teófilo Gutiérrez, Herminio y Pepe Prieto, Edelmiro Braña, Francisco Díaz Ardisana, Luis Alonso González, José Antuña, Casimiro Alonso, Juan José Iglesias, Manuel Aller, Senén González Antuña, Benjamín Arazabalaga, Antonio Díez, Higinio Carrocera, Daniel Fernández y Rufino Duarte.

Como respuesta se anunció un boicot a las fiestas de Santiago Apóstol que se estaban celebrando aquella semana y, a pesar de la vigilancia policial, a las once y media de la noche, cuando mayor era la animación en el parque Dorado, un explosivo colocado en un transformador de la luz dejó a oscuras durante horas a varios barrios.

Sin embargo, lo más curioso es que dos noches antes, el viernes 21 y también durante otra de las verbenas de la fiesta local, las fuerzas de Asalto y de Vigilancia habían procedido a la detención de otros individuos acusados de estar implicados en el supuesto movimiento fascista convocado a nivel nacional. Unos se encontraban en el mismo baile y otros fueron sacados de sus domicilios.

Todos eran conocidos propagandistas católicos, pero se ignoraba su relación con otras organizaciones políticas: Luis Miravalles, Francisco Fernández González, José Manuel Llaneza, Marino Blanco Fernández, Eladio Rodríguez Morilla, Antonio López García, Sebastián Sánchez Alonso, José Alperi, Alfredo Junquera Balbona, Ignacio Barros, Juan Román Salinas, José Álvarez Blanco (corresponsal de "Región" en Sama) y Antonio Salazar (corresponsal del mismo periódico en La Felguera). También al mismo tiempo fue detenido el sindicalista Manuel Basante Pérez, lo que complica todavía más comprender que era lo que estaba ocurriendo.

Las detenciones se debieron a una denuncia que los identificaba como afiliados al fascismo y todos fueron trasladados en camiones de los guardias de Asalto y custodiados por una sección de estas fuerzas hasta la prisión provincial, mientras siguieron practicándose registros durante varios días en los domicilios de otros miembros de la Juventud Católica sin ningún resultado práctico.

Todo indica que la estructura de la que supuestamente formaban parte era más amplia y no fue desmantelada por completo, ya que los extremistas siguieron actuando y el miércoles 26 de julio. El diario "La Prensa" acompañó las noticias sobre los incidentes que se repetían por todo el país con otro apunte sobre La Felguera: "En la mañana de ayer martes circularon por esta villa de manera clandestina unos manifiestos de carácter fascista en los que se combate al Gobierno y se alienta a los obreros a ingresar en el fascismo español si anhelan su prosperidad y bienestar económico y social como acontece a los obreros italianos bajo el mando de Mussolini. Firma el manifiesto el Movimiento Español Sindicalista (Fascismo Español) no constando en el mismo el pie de imprenta".

Tengo que decirles que me sorprende que nadie se haya ocupado de estudiar seriamente lo que sucedió aquellos días en España, aunque sé por otras experiencias que cuando un acontecimiento resulta incomodo para todos, nadie se atreve a sacarlo a la luz. Yo me limito a contarles este apunte sobre lo que pasó en la Montaña Central.

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