Opinión | Tribuna
¡Querido Baltasar, 2024!
Al nuevo año le pido una buena Ley de Educación, capaz de potenciar la formación
Otro enero más vuelvo a enviarte una carta pidiéndoos, a ti y los otros Magos de Oriente, Melchor y Gaspar, muchos imposibles. Ya ves... ¡Quién lo diría! Un republicano como yo, escribiendo y suplicando a unos monarcas. En fin, es lo que hay.
Quizás me aproveche, en exceso, de vuestra infinita paciencia; esa misma con que me seguís agasajando, cada seis de enero, con una cariñosa misiva, a la par que regalos. Sí, la que colocáis al lado de los tres vasos vacíos de leche y la bandeja con dulces que la noche anterior os dejamos, desde tiempos de mi "güela Oliva", junto a los zapatos de la familia. Y como de bien nacido es ser agradecido, siempre hay agua y pasto para los camellos porque los pobres estarán ya exhaustos de tanto repartir ilusión y dádivas, muy necesarias, indispensables diría yo, en tiempos tan duros como los que padecemos. Pues, vamos allá.
Este año pretendo reciclar. Y no porque me deje engañar por las mentiras –no tienen otro nombre– que emanan de las "cumbres del milenio", "de la tierra", "sostenibilidad" o como quieran llamar a sus "picnics" y jiras los amos del mundo. Sí, los mismos que viajan en jets privados y se desplazan en coches de alta gama y superior cilindrada, a la vez que se "parten la caja" ideando macabras penalidades que debemos sufrir, los que les servimos, para "salvar la tierra".
Y no me refiero solo a los políticos-figurantes que posan, con aire altivo y de superioridad, en las fotos de verbenas y rituales a Belcebú. No, éstos son simples peones y comparsas, lacayos alimentados, estómagos agradecidos, por el Sistema, tan culpables como sus dueños –los chicos del Club Bilderberg– porque saben, permiten y alcahuetan, como celestinas, a cambio de las migajas del festín. Así, como ovejas, obedecen todas las normas del Globalismo porque son piezas de un macabro ajedrez, sustituibles por quienes juegan la partida y son conocedores de gambitos, celadas, clavadas y mates porque los llevan ejecutando desde la época de los gremios de orfebres medievales de los que descienden.
Pues bien, querido Baltasar, partiendo de esta catarsis personal y mental, quizás por el exceso de años –ya sabéis lo que sabe "el diañu por vieyu"– y la mala hostia acumulada en ellos, en esta ocasión no voy a pediros un nuevo juego de políticos; no. Y me explico:
Por un lado, porque como presos del "Síndrome de Estocolmo", no reemplazamos los usados por los nuevos; los mezclamos. Quizás eso explique que seamos uno de los países de la UE con más políticos por habitante… Y con ellos, asesores, a "mogollón", claro.
Finalmente, haré caso a aquellos consejos que me dabais, cuando niño, "los madelmanes y geypermanes no se mueven por sí solos, no tiene vida propia Heri… No piques; no nos los pidas en la carta, te defraudarán". Jo, recuerdo estar esperando que los comandos, exploradores o militares de turno rompieran la caja, saltaran al exterior y se pusieran en combate, a mis órdenes. Por cierto, quien espera, desespera.
Así, por traslación, derivación y comparación, me barrunto que los actuales políticos, como aquellas figuras antropomorfas de metacrilato, no llegan a cumplir con las expectativas despertadas en las campañas de marketing. Y además, o vienen defectuosos de fábrica o se deterioran inmediatamente por el uso o la mezcla con los antiguos…
Casi mejor, entonces, que os llevéis todos los que no sirven; asesores y palmeros incluidos y dejéis una buena Ley de Educación capaz de potenciar la formación del capital humano; y con ello el tercer sector cívico ajeno a la manida política de partidos. De no ser así, los chicos del Club y sus peones, acabarán con la libertad individual y bajo la bandera del Globalismo, lograrán convertirnos en una manada de ovejas, encerrarnos en ciudades de proximidad y cárceles de cristal asfixiante, mientras ellos respiran lo que les plazca, donde les dé la gana.
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