Opinión

El refugio de Brañagallones se muere

La última oportunidad para salvar un icono del turismo de montaña en Asturias

El parador, hoy refugio de montaña de la Vega de Brañagallones se muere. Situado en pleno corazón del bosque de Redes (Parque Natural y Reserva de la Biosfera) este inmueble, levantado en su día como refugio de cazadores y propiedad del Principado, está gestionado desde el año 2016 por la Federación de Montaña de Asturias (Fempa). Esta gestión es fruto de un convenio entre la Fempa y la Dirección General de Deportes por la que esta última se compromete a realizar las obras importantes e inversiones necesarias en el edificio y la Federación, al nuevo mantenimiento del mismo.

La Fempa, apostando por el desarrollo "turístico rural" de montaña, invirtió una cantidad importante de dinero para reconvertir este inmueble en uno de los mejores refugios de montaña del país. Durante ocho años de funcionamiento se ha demostrado la importancia que ha tenido y tiene para la dinamización deportiva y social de la zona Alta del Nalón. Sin ningún género de duda es actualmente el epicentro del turismo de Redes.

Se han creado expectativas laborales en el concejo de Caso y de su entorno, apertura de negocios y otros servicios. Esto es sentido y apreciado por toda la vecindad. Pero la triste realidad es que durante todos estos años de apertura la Administración no ha respondido al convenio firmado. Los dos generadores de gasóleo, día sí y otro también, están averiados, además de contaminar el magnífico entorno natural; parte del tejado se cae poco a poco, entrando el agua en el interior de las habitaciones y salas generales, los atascos en desagües y tuberías son constantes, etc. Todo ello viene a redundar en la total imposibilidad de un normal servicio a los cientos de usuarios que utilizan refugio, aparte de la nula rentabilidad económica para la guardería.

Hace tres años la Dirección General de Deportes prometió reparaciones importantes, especialmente de la cubierta del edificio y la colocación de energía basada en sistemas fotovoltaicos, tecnología que se ha demostrado efectiva en el resto de refugios asturianos. Pero la realidad es que pasa un año más y un invierno más, que puede ser decisivo para acabar con todo. Y especialmente asistimos a la constatación de que, si falta la actual guardería –por desistir ya de una labor baldía, difícil y ruinosa–, las instalaciones se van a deteriorar de forma irreversible, el refugio se cerrará, quedará abandonado y sufrirá la inevitable rapiña de cualquier desaprensivo.

Seguramente, al igual que en otras diferentes ferias turísticas, en Fitur se exhibirán fotos de Brañagallones y Redes como muestra del Paraíso Natural que es Asturias. Esta zona de Caso es considerada como uno de los lugares más bellos del país, a la altura de la Selva de Oza, Batisielles y pocos más. Asturias quedará muy bien en Fitur y en otras ferias, pero no nos libraremos del desastre que los asturianos somos conservando nuestro patrimonio natural. Pienso, sinceramente y con enorme preocupación, que estamos ante la última oportunidad de salvar este refugio y todo lo que del mismo se desprende para el desarrollo económico de la zona. Si hubiera unas políticas medianamente sensibles y concienciadas con lo que supone el turismo rural de montaña para estas zonas, denominándolas además como "la Asturias vaciada", estaríamos hablando de otra cosa. El "taxi al paraíso" de Rafa tendrá que cambiar de ruta o pasar a la reserva.

Finalmente, indicar a los compañeros de CC OO del Valle del Nalón que, en vez de criticar a la Fempa, se sumen a ella en una reivindicación que urja a una solución inmediata del problema, antes de que el mal sea irreversible y empiecen las lamentaciones.

¿Dios salve Brañagallones!

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