Opinión | Desde mi atalaya turonesa
El traductor que surgió de la zona alta del valle de Turón
La amplia y cualificada carrera académica, intelectual, social y política de Faustino Álvarez
Llegó un momento (último tercio de la vigésima centuria de nuestra era) en que el esplendor industrial que había alcanzado el valle de Turón se eclipsó debido al agotamiento de sus filones carboníferos. Comenzó, entonces, un ligero éxodo de la población, convertido con el tiempo en una sangría que resultaría fatal para todo el territorio. Unas personas, las más veteranas, resueltos sus problemas materiales con la jubilación, se fueron buscando horizontes más luminosos para sus hijos. Otros, más jóvenes, afanados en mejorar su nivel de conocimientos, llegarían con el tiempo a formar parte de esa estela de turoneses que ha contribuido a dar lustre al Valle a lo largo de los últimos cincuenta años, llegando a destacar en los más diversos campos de la cultura y del deporte. He aquí su legado: un día salieron del Valle para darle brillo luego. Esta ha sido la magnífica contribución que un numeroso conjunto de hombres y mujeres ha aportado a la historia del valle de Turón. Hoy vamos a referirnos a uno de ellos. Faustino Álvarez nació en Urbiés cuando finalizaba la década de los años cincuenta. Su padre es el típico ejemplo de obrero mixto que se ha dado con frecuencia en el siglo y medio que duró la explotación minera en el territorio; su madre, durante cuatro lustros regentó en El Pedreru, pueblo de la parroquia, el bar "Casa María Faustino", muy frecuentado por los trabajadores de la mina de L’Agüeria, que como es sabido, pertenecía a la empresa vasca de Hulleras de Turón.
En la escuela de El Pedreru, de la mano de la maestra Mari Carmen, realizó Faustino los estudios primarios pasando, después, al colegio La Pequeña Obra en el barrio vallisoletano de Las Delicias donde concluyó el Bachillerato Superior. De regreso a la casa paterna, con dieciséis años, se matriculó en el Curso de Orientación Universitaria en el Instituto "Bernaldo de Quirós" de Mieres del Camino. Allí tuvo, entre otros, a profesores como Carmen Castañón de Lengua y Literatura, y Antonio Bravo de inglés, que le marcaron para toda la vida (como curiosidad debo de decir que unos años antes, la señorita Castañón también había sido mi profesora y de la cual siempre guardé un gratísimo recuerdo por su sapiencia y por su singular y práctico método de aprendizaje).
Faustino tenía grandes deseos de realizar estudios universitarios. Para ello ese matriculó en la Universidad de Oviedo en el curso 1973-74 y licenciándose de forma meteórica cinco años después en la especialidad de Filología Anglo germánica. Eran aquellos, unos años convulsos pues coincidieron con el fallecimiento de un militar que había gobernado el país con mano dura durante cuatro décadas. Se comenzaba a hablar de la recuperación de la Democracia y Faustino pronto se implicó en un movimiento estudiantil alimentado, fundamentalmente, por los alumnos de las Facultades de Derecho y de Filosofía y Letras. Exigiendo las libertades democráticas y los derechos políticos y lingüísticos de Asturias, se mostró muy activo desde un principio con sus compañeros militantes y dirigentes de las Juventudes Socialistas, colaborando en cursos de alfabetización del asturiano, en la publicación de artículos en la prensa regional, en la confección de la revista "El Glayíu. Fueyes Universitaries" o en la antología poética "Del aráu a la pluma", esta del año 1977; también colaboró, a nivel local, en la creación del grupo de Conceyu Bable "Diego Suárez d’ Urbiés" y su revista Conceyu Abiertu.
Alcanzada la licenciatura, fue investigador en el campo de la enseñanza del español como lengua extranjera e impartió clases en la Univesidad de Heriot-Watt de Escocia y en la inglesa de Bath. De regreso a Asturias fue profesor y catedrático de inglés en distintos institutos de la región desde 1981 a 2016 (Cangas del Narcea, Salinas, Cangues d’Onís, Mieres, Gijón y Pola de Siero). Aparte de alternar su vida profesional en el campo de la docencia con la investigación literaria, dedicó parte del tiempo a sus inquietudes políticas y sociales participando, en los comienzos de la década de los ochenta, en campañas de explicación y difusión del pacifismo, el desarme nuclear y la objeción de conciencia al Servicio Militar. En 1985, fue llamado por Manuel Fernández de la Cera, a la sazón Consejero de Cultura, para organizar y dirigir la Oficina de Política Lingüística y, entre 1987 y 1991, asumió la Dirección General de Juventud a petición de Pilar Alonso que era la titular del departamento. Retomadas sus actividades docentes en este último año, se afilió al PSOE en la Sección de Lugones de la Agrupación Municipal Socialista de Siero y, a partir del año 2000, como Vicesecretario, contribuyó a la creación y concesión anual del galardón "Manuel Vigil Montoto", destinado a personalidades progresistas y ejemplares. Desde 1999 a 2011 ejerció como Diputado socialista en la Junta General del Principado y en el quinquenio 2012-16 actuó como Director del Instituto Asturiano de la Administración Pública "Adolfo Posada", dentro de la Consejería de Hacienda del gobierno autonómico que presidía Javier Fernández. Durante todos estos años la actividad de Faustino Álvarez ha sido incesante y en 2016 le llegó la jubilación pero no se crea que por eso se quedó de brazos cruzados.
Su carácter inquieto no se lo permitiría. Fue entonces cuando se volcó de lleno en un campo que ya había cultivado muchos años atrás y que no tenía olvidado. Tenemos que recordar que en 1994 había traducido al asturiano y publicado "Dellos sonetos" de William Shakespeare; en 1996, tradujo al asturiano y publicó "Igual que perrinos y otros cuentos" de Dylan Thomas y, en 2011, colaboró en el "Dossier de Poesía Norteamericana" traducida al asturiano con "Poemes escritos por Conseyeros de Poesía de la nación norteamericana". En estos últimos años ha publicado la traducción al castellano, junto a Emiliano Fernández, del poema "Briggflatts" de Basil Bunting; así como el titulado "80 flores" del autor norteamericano Louis Zukostky; asimismo, se encargó de la edición anotada de la novela "Memorias de Tatiana" del sindicalista y novelista asturiano de anteguerra, Jesús Ibáñez.
Para ir terminando decir que, en 2022, publicó su primera novela, "Flora", en la que recrea la realidad social y material de una mujer y de unas familias de su parroquia natal, ambientada en un período de unos cincuenta años que corresponden a finales del siglo XIX y primer cuarto del siglo veinte. Como se puede deducir fácilmente, su labor intelectual ha sido constante durante bastantes años y, desde 2021 es patrono de la Fundación José Barreiro siendo nombrado su Vicedirector dos años después. Actualmente, Faustino Álvarez, por más señas un experimentado traductor nacido en El Pedreru que es un pueblo de la feligresía de Urbiés, sigue en la brecha. Imposible verlo parado en su actividad literaria e investigadora. Para más gloria del valle de Turón.
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