Opinión | A mi aire

Buscarse la vida

Las encuestas que a menudo se publican nos dicen habitualmente que el paro, cosa lógica, sigue siendo una de las mayores preocupaciones de los españoles. Aunque existe alguna que no suele variar en cuanto a «afectos», como la del CIS que parece un remedo de Bertrand de Duguesclín, ya saben el de la famosa frase de «ni quito ni pongo Rey, pero ayudo a mi señor». Ostensible plumero.

Pero a lo que voy. Así que la lacra del paro sigue atormentado a millones de ciudadanos que tienen que buscarse la vida para subsistir ellos y los suyos para ir tirando malamente con búsqueda de un trabajo cada vez más difícil de obtener.

Como contrapunto a ello en la actualidad la demanda de profesionales que eran casi imposible conseguir o las denominadas «chapuzas» o pequeñas reparaciones las encuentras a diario en paneles, cristales e incluso vía Internet ofreciendo sus servicios.

Algunos incluso son una especie de multiservicios, pues tocan todos los palos, confirmando aquello de que «la necesidad agudiza el ingenio».

Concatenado con todo ello abundan los establecimientos de compraventa de ropa, muebles, electrodomésticos, y lo que pinte, prueba flagrante de cómo está la cosa. Frente a una sociedad que en muchos de los casos muestra impúdicamente su opulencia sigue existiendo una amplia capa de la población que cada vez se acerca más a la temible pobreza severa, e incluso una clase media que siempre ha sido sostén de la economía, pero que también abrasada a impuestos cada vez lo pasa peor.

Y con las tasas de paro más altas de Europa resulta prácticamente imposible tener una mínima dosis de optimismo para ver la luz al final del túnel, aunque sea la de una simple linterna.

También los llamativos casos de corrupción preocupan –y mucho– pero como esta vez resulta «casera» pues… mejor no preguntamos al personal su opinión ¿eh? Mientras tanto estos ladrones de cuello blanco no necesitan buscarse la vida, la tienen bien solucionada para siempre.

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