Opinión

La Montera confidencial

No siempre el investigador dispone de la oportunidad de acceder a documentación inédita sobre hechos o asuntos más o menos relevantes.

La Montera confidencial

La Montera confidencial

Cuando la documentación es considera delicada o incómoda para una sociedad, sea del tipo que sea, la tentación de algunos de sus responsables, una vez superado un determinado plazo crítico, lo habitual es borrar las huellas que les pudieran afectar en mayor o menor grado y por tanto perjudicar, por lo que su eliminación se convierte en obsesión para muchos de ellos. En ocasiones, por el contrario, hay quien piensa que su obligación es preservar esa documentación, para que generaciones futuras tenga la oportunidad de acceder a la verdad de los hechos con documentos fehacientes. Gracias a este proceder se pudieron salvar testimonios de importancia.

Tras la guerra, España fue otra muy distinta. La Montera tuvo que adecuarse a las nuevas normas. Las instrucciones dictadas desde Burgos y Salamanca fueron implacables. Hoy ofrecemos algunos documentos que se ocupan de lo que significaron aquellas disposiciones.

En su día, cuando trabajaba en el libro "Espejo de un siglo. La Montera 1912-2012" recogí testimonios orales de varias personas que nos relataron el modo en que se procedió a depurar a algunos de sus socios, siguiendo pautas emanadas del nuevo régimen nacido tras la guerra de 1936-1939, a través de diferentes organismos. Al ser los testimonios coincidentes dejamos constancia de los mismos. Hace unos meses tan solo, una persona me habló sobre el contenido de una carpeta que había recibido de su padre –testigo de los hechos a los se refieren estos documentos–, quien, contraviniendo las instrucciones, optó por salvar los que buenamente pudo de su destrucción. De todos aquellos papeles oficiales, denuncias firmadas o anónimas contra otros socios, etc., destinados a ser quemados en la caldera de la calefacción de la sociedad, pudo salvar estos que hoy referenciamos por primera vez.

Una vez su poseedor decidió el destino que iba a darles y tras comentarlo con sus hermanos, convinieron en entregármelos para que les diera el uso que creyese más oportuno y, en última instancia, los legase a una fundación pública o privada, a un organismo oficial, una biblioteca o a un particular que pudiese conservarlos en las debidas condiciones. Considero que estas líneas sirven como testimonio probatorio de lo que sus donantes me han entregado y del compromiso público al que me obligo.

El legado en cuestión está relacionado con La Montera y con los Casinos de La Felguera y de Ciaño, en virtud del acuerdo al que llegaron en su día las directivas de las tres sociedades, –a petición de sus socios– que propusieron que un determinado número de ellos pudieran ser socios de La Montera. Es por eso por lo que desde La Felguera y desde Ciaño se mandase a la sociedad samense la oportuna información de los socios acogidos a esa especie de intercambio aludido.

El primer folio indica su categoría: "Confidencial" (subrayado). Más abajo se lee: "Al objeto de proceder a depurar las listas de socios de esta Entidad, mucho agradeceríamos a Vd. se sirviera ordenar al Servicio de Información nos indicara el concepto que le merece en cuanto a adhesión al Glorioso Movimiento Nacional, los señores expresados en relaciones adjuntas. Dios guarde a Vd. muchos años y a España siempre. Sama de Langreo 3 de junio de 1939. Año de la Victoria.". El escrito procedía del alcalde-presidente del Ilustre Ayuntamiento de Langreo, a cuyo frente, en aquellos días, estaba Alfredo Echavarría Tros de Ilarduya.

El escrito con el correspondiente listado enviado al Ayuntamiento figura, en folio aparte, uno que va precedido del siguiente texto: "Concepto que merecen al Servicio de Información de la Falange los señores que a continuación se relacionan". En la copia que se elaboró en La Montera hemos contabilizado 74 nombres acompañados de sus dos apellidos, de socios de Sama de Langreo a los que siguen una de estas palabras: "desafecto", "simpatizante", "adicto", "indiferente", o "desconocido" y, en un caso concreto, al nombre y los apellidos sigue esta frase que reproducimos tal y como aparece, signos ortográficos incluidos: "Ha sido VOLUNTARIO en el ‘Ejército’ rojo".

También se consignan en los citados documentos diferentes apartados como los de "depuración", "precisan documentación", "afiliados a Falange", "oficiales del Ejército", "asesinados por las hordas rojas", "muertos en Acción de guerra", "fallecidos" y "bajas".

Llama la atención que las calificaciones aplicadas a una misma persona difieren según leamos las listas emanadas desde el Ayuntamiento y las elaboradas por la "Delegación e Investigación" de Falange Española Tradicionalista y de las JONS en cuanto a las categorías de "desafectos" e "indiferentes", siendo las de FET más numerosas en aquélla, mientras que las listas salidas del Ayuntamiento decrecen y, en cambio, aumenta la relación de "Indiferentes".

En una de las listas de 74 socios de La Montera, 34 estaban considerados como desafectos al Glorioso Movimiento Nacional y, a dos de ellos, los responsables de la elaboración de la lista les añadieron la coletilla atenuante de "aunque buena persona". ¿Y los 32 restantes, qué serían…? Otros dieciséis fueron considerados como "adictos a la Causa Nacional"; otros nueve como "simpatizantes con NGM" –siglas que se corresponden con Nuestro Glorioso Movimiento"–. En el grupo de "indiferentes" se incluían nueve y en el de "desconocidos", dos.

El informe de los represores y activos servicios de información falangistas está fechado en Sama, 2 meses y 13 días después de que se firmase el "parte" del 1 de abril en el que se anunciaba el final de la guerra. Un día después, el 15 de junio, David Guisasola Martínez, Jefe Local de FET y de las JONS en dos cuartillas en papel timbrado con el escudo del yugo y las flechas y a su derecha el "Saludo a Franco: ¡Arriba España!" certificaba "que los citados a continuación son camaradas afiliados a esta Organización", y el último párrafo señalaba: "Y para que así conste a los efectos de aval para la depuración que se sigue a los socios de la Sociedad La Montera, expido la presente certificación. Por Dios, por España y su Revolución Nacional-Sindicalista. El sello de la Jefatura Local de FET y de las JONS y la firma del Jefe Local."

La FET y de las JONS de La Felguera remitió al vicepresidente de La Montera un oficio con fecha 17 de junio de 1939, en el que hace constar que de los dieciséis socios acogidos a ese convenido 12 son falangista; uno no está afiliado –en otras listas aparece como "desafecto"–, otro consta como "desconocido" y otros dos están incorporados al Ejército: uno como teniente farmacéutico y el otro como teniente de Artillería. Del primero se añade que es de "derechas y afecto s/ estar afiliado" y del otro que es "afecto y no está afiliado".

Por su parte La Jefatura Local de Ciaño envió a La Montera una relación de 18 nombres mecanografiados y uno más manuscrito, haciéndose constar que 12 eran falangistas; 4 "adictos"; dos "dudosos" y un tercero al que se considera "dudoso pero buena persona". La Jefatura Local de FET y de las JONS de Ciaño debía ser estricta en cuestiones de organización interna pues es la única que relaciona el escrito en cuestión con un número de oficio, el 84.

Otras informaciones curiosas de la documentación que hemos manejado, lo constituyen el nombre de los socios que fueron oficiales del Ejército levantado en armas contra la República, nueve. Los muertos en acción de guerra, dos. Los "socios asesinados por las hordas rojas", diecinueve. Naturalmente que, sobre los otros socios de La Montera, es decir los muertos por los sublevados, con cargos en las juntas directivas -uno incluso fue hasta presidente en funciones-, ni un "descansen en paz" siquiera. Finalmente, en el apartado de "fallecidos" aparecen dieciocho personas.

Solo hemos dado el nombre de las personas que firman algún documento y en cambio hemos omitido todos los demás por considerar la imposibilidad de ofrecerlos todos en este artículo. No podemos por menos que dejar constancia de la sorpresa que nos ha causado leer el nombre de algunos notables republicanos que, en estos listados, aparecen adscritos a FET y de las JONS. A modo de ejemplo, uno, al que Abelardo Carcedo Castaño, poco antes de ser ajusticiado a garrote vil en la plaza del Ayuntamiento en Sama, el 13 de diciembre de 1937, llamó por su nombre censurando su proceder al verlo desembocar en la "Plazoleta".

En el último epígrafe , de "bajas", no consta la razón de las mismas, pero hay un caso del que sí queremos dar la razón por la que su familia presentó su baja: Julio Sánchez Castaño, que al igual que sus padres y hermanos eran socios de La Montera. Mi tío, de apenas veinte años, murió en 1936 en el alto de San Esteban de las Cruces, cuando una columna republicana que salió de Sama para sitiar Oviedo, fue aniquilada por la artillería franquista. En cuanto a mi abuelo, Ricardo Sánchez Fernández, figura en el listado de "depuración" por "desafecto" y en el de "precisan documentación". Para ellos, mi amor y recuerdo.

Hoy, ochenta y cinco años después de aquella guerra fratricida, solo podemos mostrar nuestro respeto por todas las víctimas, y el deseo de que nunca más se repita historia tan trágica. n

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